El cubo de la muralla en Conde Rebolledo, restaurado tras dos años de su desplome

Así queda la restauración del cubo de Conde Rebolledo, que se hundió hace dos años. Foto: Uribe

Jesús María López de Uribe

Una de las chapuzas más grandes de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de León, la demolición de unas casas en la calle Conde Rebolledo (confluencia con Cascalerías) para 'proteger' el cubo suroccidental de la muralla romana de León, y que el 23 de marzo de 2017 se saldó con su hundimiento parcial horas después de terminar esos trabajos, ha conseguido ser solventada más de dos años después.

La restauración de este peculiar cubo cuadrado de la muralla tardorromana de los siglos III y IV después de Cristo ha terminado, y sólo falta el prometido ajardinamiento del lugar después de que terminen los trabajos arqueológicos que deberían determinar si este bastión lo fue desde el principio o su forma es producto de otros derrumbamientos históricos ya que documentos conservados en los archivos municipales la denominan 'la Torre Derruida'.

Una reconstrucción ardua y compleja, ya que cuando comenzaron los trabajos el año pasado los operarios se encontraron con un problema serio, ya que el interior del cubo estaba tan deslabazado que hubo que consolidarlo en los peores momentos climáticos (ya que la mayoría de los trabajos se han realizado en otoño e invierno). Para sostener la fábrica del cubo se han tenido que utilizar además una serie de sillares esquineros que en pocos meses de intervención han envejecido convenientemente con una pátina que los integra perfectamente en el resultado final.

Consultados varios arqueólogos y arquitectos por parte de este digital, todos han venido a coincidir que, aunque en un momento la piedra de esos sillares parecía de 'Exin Castillos' la restauración “es la más adecuada y se ha hecho de la mejor manera posible, evitando la absurda pretensión inicial de los arquitectos del Ayuntamiento de desmontar el cubo y volverlo a reconstruir, lo cual hubiera sido una barbaridad”.

La Junta 'reprendió' al Ayuntamiento por el proyecto

La polémica acompañó a lo ocurrido con el cubo de Conde Rebolledo de tal manera que la propia Junta de Castilla y León amplificó la enorme chapuza que la Concejalía dirigida por Ana Franco siguió haciendo con esta parte del patrimonio de León, ya que la Muralla Romana campamental es Monumento Nacional.

En junio de 2017 la Comisión Territorial de Patrimonio echó para atrás el primer proyecto llevado a cabo por la arquitecta municipal Begoña Gonzalo Orden por considerarlo absolutamente inapropiado. El titular de la noticia en aquel momento explicaba perfectamente lo inadecuado de la solución propuesta por la concejala de Urbanismo y la arquitecta municipal: 'El Ayuntamiento de León quiso desmontar el cubo de Conde Rebolledo y la Junta lo paró por ser ilegal'.

Tal era el desmán administrativo que los técnicos de la Concejalía de Patrimonio desconocían por completo las intenciones del área de Obras y Urbanismo, teniendo que incorporarse a la siguiente reunión de la Comisión de Patrimonio provincial de la Junta para asegurarse de que las cosas se tendrían que realizar de acorde a los consejos de los arqueólogos municipales a partir de entonces y no por los 'caprichos' de las arquitectas municipales.

El arqueólogo municipal, Victorino García Marcos fue el que informó de que el Ayuntamiento tendría que encargar más obras por temor a que se cayera del todo el cubo de Conde Rebolledo y sobre la investigación estratigráfica arqueológica posterior para datar las fechas de la construcción de esta torre que está justo en la esquina suroeste de la muralla y que es cuadrado como el de la Torre de los Ponce, en la entrada de la Plaza Mayor, que es el sureste.

No se sabe bien si los cubos de la zona norte también eran cuadrados puesto que el de la carretera de los cubos fue derribado y no hay constancia de su forma y el de la Era del Moro está completamente desaparecido al haberse construido una casa encima en la entrada a la calle Abadía desde Ramón y Cajal, justo al pasar San Isidoro desde y no quedar nada de esa esquina de la muralla.

El Equipo de Gobierno no debería poder 'inaugurarlo' por las restricciones electorales

Otra de las cuestiones que hay que tener en cuenta con la finalizació de este proyecto de restauración, que ha costado 107.334,20 euros, es la 'coincidencia' de que terminen las obras justo cerca de las elecciones tanto nacionales el 28 de abril como municipales, autonómicas y europeas casi un mes después, el 26 de mayo. Más cuando se anunció que se licitaría el proyecto de obras en agosto de 2017.

Pero el proceso de adjudicación se inició casi un año después del derrumbamiento, según los documentos del expediente del 'Proyecto de Obras Urgentes de Restauración en la Muralla de León. Tramo Calle Conde Rebolledo: Ángulo Suroeste del Recinto Murado, Cubo S6'. La licitación real, el anuncio de que las empresas podían competir para llevar adelante el proyecto, se hizo el mismo 20 de marzo de 2018 cuando se inició el proceso administrativo.

La apertura de las plicas se produjo el 20 de mayo del año pasado, la propuesta de adjudicación en junio y la aprobación por el pleno en julio. Sin embargo el contrato para comenzar de las obras no se formalizó hasta prácticamente diciembre (el 30 de noviembre), tras aprobarse el 13 de septiembre el plan de salud y seguridad, un retraso debido a la 'tradicional' pausa veraniega según algunos funcionarios.

Así, la 'casualidad' ha querido que una obra, al parecer 'retrasada' convenientemente por el equipo de Gobierno, para llegar con el cubo restaurado a la época preelectoral de mayo (la Junta de Gobierno Local además amplió el plazo de finalización de los trabajos el pasado 25 de febrero) no pueda ser inaugurada por ninguno de los concejales que lo componen.

La inesperada convocatoria de elecciones generales impide que ningún alcalde utilice cualquier fin de obra para hacer propaganda de su gestión municipal, ya que la Ley Electoral así lo dispone en estos casos —que no se hubiera dado de no haberlo dispuesto así el Gobierno de la Nación—, y más aún tras el rapapolvo que la Junta Electoral le ha dado a Silván y al PP por ello.

Pero lo importante es que el cubo de la confluencia entre la calle Conde Rebolledo y Cascalerías (donde están los restos del anfiteatro legionario romano) sale 'entero' a la luz de nuevo dos años después de que la decisión errónea de la concejal de Urbanismo de no protegerlo mientras se derruían las casas que lo sostenían y al no tener sujección se provocara su desplome.

Y sin que se dé el pote de haberlo salvado. Aunque con la costumbre de Ana Franco de permitir que todo lo que es obra urbanística patrimonial se convierta en un verdadero escándalo o dejar a los arquitectos municipales usar torticeramente la normativa de ruina para tirar fachadas de varios siglos, quién sabe si al final terminará haciéndose una foto para llevarse el mérito de ver el cubo del palacio de los Condes de Luna de nuevo en pie. Aunque no deba.

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