'¿Hay salida al sufrimiento? Rendijas prácticas' de Valentín Turrado

El instructor en meditación por la Escuela Transpersonal y profesor de yoga, Valentín Turrado.

El martes 18 de febrero a las 19.30 horas tendrá lugar en Cepteco (Centro Psicológico de Terapia de Conducta) una nueva charla-coloquio gratuita con el título '¿Hay salida al sufrimiento? Rendijas prácticas' y la llevará a cabo Valentín Turrado, instructor en meditación por la Escuela Transpersonal y profesor de yoga.

Hace muchos años el Príncipe Gautama salió de su palacio de bienestar y protección en el que vivía y fue al encuentro del sufrimiento. Y descubrió algo sumamente importante, ¿puede aclararlo?

Lo que nos hace sufrir es la ignorancia o la inconsciencia de nuestra verdad profunda. Vivimos dormidos en un mundo de sueños, como expresó hace ya varios siglos Calderón de la Barca.

¿Ignorancia de qué?

Hay un cuento muy hermoso que explica ante amnesia que padecemos. Un polluelo de águila fue cogido de su nido por un campesino y lo crió entre sus gallinas. El polluelo se creyó que era una gallina más. Comía y piaba como las gallinas. Hasta que un día observó a un águila volar y ésta se posó junto a su corral, desplegó las alas y empezó un vuelo majestuoso; eso despertó la esencia dormida del polluelo, cogió impulso, se subió al tejado de la casa y desde ahí emprendió el vuelo de su esencia.

¿Y eso que tiene que ver con nosotros?

Hemos olvidado nuestra esencia interior, nuestra verdad más profunda y más hermosa. No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales que transitan una vida humana, como expresaba el sabio Teilhard de Chardin. Solo desde ahí el sufrimiento adquiere una nueva dimensión y encuentra un boquete de esperanza.

¿Podemos dejar de sufrir?

Parece paradójico expresar signos de esperanza con la que está cayendo. Con unas naciones ensimismadas en sí mismas, dando la razón al dramaturgo Jacinto Benavente, cuando decía: “En el gran meeting de la humanidad todos los hombres y todos los pueblos gritan lo mismo: yoooo”. Desde ahí no hay solución. Cuando hemos convertido el mar Mediterráneo en un gran cementerio con más de 30.000 personas enterradas en los últimos años y las naciones preocupadas de que nadie atraviese sus fronteras, desde ahí tampoco hay salida. Cuando más de mil millones de seres pasan verdaderas necesidades y el uno por ciento de la población dispone de más del 90 por ciento de la riqueza, desde ahí solo hay negrura y aguaceros.

¿Entonces?

Hasta que el ser humano y la especie humana no despierte a la verdad profunda de que todos estamos interconectados y que todos los seres formamos una sola realidad -Jesús de Nazaret, Gandhi y otros grandes hablaban de sentirnos hermanos- solo queda seguir sufriendo y arrastrando como hacía el mítico Sísifo una piedra grandísima de dolor. Pero algo nuevo está surgiendo.

¿Es lo mismo dolor que sufrimiento?

No. El dolor es inevitable, es consustancial a nuestra realidad física, limitada y pasajera. El sufrimiento es cuando le metemos al dolor rumiación y cavilación. Es como un regodeo absurdo en el dolor. El sufrimiento no para de preguntarse: ¿por qué a mí?, ¿por qué a mí este cáncer, esta ruptura afectiva, este desempleo, esta tristeza...? El sufrimiento cambia de color cuando le preguntas: ¿para qué has venido a mi vida?, ¿qué quieres enseñarme?

¿Qué rendijas hay para salir del sufrimiento?

Este camino no tiene pastillas, pero sí mucha consciencia. Dejar atrás creencias inútiles – “hemos venido a sufrir”- , abandonar los credos de nuestro sistema – “si tengo soy feliz, si no tengo soy un desgraciado”-, conocer nuestra almendra detrás de todas las cáscaras – “quien se conoce a sí mismo, conoce el universo y todos los dioses”, como alguien escribió en el frontis del templo de Delfos- , llevar una vida sencilla, más hacia dentro que hacia fuera, practicar el silencio y la interioridad, despertar sentimientos gratuitos de compasión, creo que son algunas pistas para avanzar.

¿Hay luz?

Cierra los ojos y mira lo que dice tu interior. Nada vale lo que yo te diga si tú no descubres la grandeza que llevas dentro, tu propia divinidad, más allá de todas las creencias. Acabo de recorrer a pie el desierto de Marruecos, allí me encontré a un joven bereber -Ranzzi- que me dijo: “Detrás de todas las religiones, de Mahoma, de Jesús, de Moisés, de Martin Luther King, hay un fondo común, un algo que es de todos y nos habita”. Siento que ese es el camino.

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