Tres ferroviarios y un curioso a favor del Ponfeblino

Una fotografía de 2004 de una de las máquinas del Ponfeblino. // Luis Álvarez

Luis Álvarez

Me he visto sorprendido por el efecto que ha provocado un humilde artículo, fruto de “las má pura casualidad”, como decía la canción; sobre un hecho hermoso y agradable. El de la restauración y reparación de dos viejos tranvías, que se cargaban en camiones para regresar a su lugar de procedencia, Francia, y poder dar servicio a un tren turístico.

Parece que las imágenes o los textos de ese 'artículillo' han removido las brasas mortecinas de las conciencias de algunos dirigentes de nuestra clase política. Y les han recordado, que aquí tenemos un proyecto similar varado en los bajíos arenosos de la incompetencia de nuestros dirigentes.

En agosto de hace ya cuatro años, se aprobaron los estatutos del Consorcio del Tren Turístico Ponfeblino (BOCyL nº 156 de 12 de agosto de 2016, páginas 37131 a 37139). Este tiempo ha servido para que se reparen algunas máquinas y material rodante y el proyecto siga esperando el maná de las subvenciones, que en estos tiempos de sequía sigue sin caer sobre nuestro territorio.

Todo lo demás han sido anuncios y reproches. De estos últimos es de los que quiero hablar. Ayer recogiendo información sobre el proyecto, me saltaron hasta siete referencias periodísticas a las acusaciones entre PP y PSOE sobre quien hace o deja de hacer, para convertir en realidad el proyecto del Ponfeblino. Que espoleados por esa conciencia turbia a que hacía referencia dos párrafos atrás. Han saltado como...

Aquí me voy a contener un poco, pues hace unos meses en un artículo de opinión califiqué actitudes similares, como propias de verduleras. Y hubo airadas reacciones en las redes sociales, a lo que algunos consideraban un insulto. Pido disculpas a las verduleras, por haber caído tan bajo de compararlas con los políticos, ellas a fin de cuentas se ven obligadas a pregonar sus mercancías, que los otros ni siquiera tienen.

En mi contención verbal, no vaya a ser que venga el 'Ministerio de la Verdad' y nos cierre el chiringuito; voy a limitarme a un pellizco de monja y decir solo que han saltado como vocingleros parlanchines. ¡Merluzos! Dejad de echaros en cara vuestras miserias y poneos todos juntos a trabajar en la misma dirección y con el mismo objetivo, hacer que el Ponfeblino deje de ser un proyecto para que sea una realidad que funcione.

Luego después de la inauguración, ya os sobrará tiempo para tiraros de los pelos e insultaros. Si no, terminaremos echando dentro de unos años la culpa a los de Valladolid; excelente paño de lágrimas para enjugar nuestros llantos de incompetencia permanente. ¡Dios mío, en manos de quienes estamos!

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