El súper ego leonés

Un hombre en el campo sentado en un árbol. // José Antonio Alba  / Pixabay

David Díez Llamas

👉 Viene de la tercera parte: 'En los leoneses prima la reflexión

Uno tiene la sensación de que para un leonés solo es correcto lo que hace él personalmente o como mucho su grupo de referencia. Todo lo demás o no existe o tiene algún grado de imperfección.

Este modo de ser y de actuar hace que cada leonés necesite “descubrir el Mediterráneo por sí mismo”. Entiendo que esto es un obstáculo importante para poder avanzar. En demasiadas ocasiones se parte de cero, cuando ya hay cosas que se han hecho anteriormente.

Se es muy crítico con lo que “hacen otros”, pero se hace poca autocrítica sobre lo que hace uno mismo. Muchas veces se pueden compartir las mismas ideas e ideales, pero ello no impide que existan enfrentamientos absolutamente enconados entre los que supuestamente se podrían considerar “compañeros de viaje ideológicos”.

Esto también supone que las posiciones críticas sobre un mismo hecho no significan, que sean coincidentes en los planteamientos. El demandar que se hagan las cosas de distinta manera, no implica que se considere que deban ser igual que las que proponen aquellos otros que también lo critican. Todo ello nos lleva a que existan tantos planteamientos como personas.

Hay un ego importante que nos lleva a exaltar las propias tareas y a despreciar y criticar las que pueden hacer otros. Esto nos lleva a que podamos tildar de electoralista un determinado acto si lo hacen “otros”, pero no apliquemos el mismo rasero si “lo hace mi grupo de referencia”.

Muchas asociaciones... con pocos miembros

Todo ello supone que los leoneses nos llenemos de múltiples asociaciones pero con muy pocos miembros cada una de ellas. Podríamos decir, sin caer demasiado en la exageración, que hay más asociaciones que personas que las integran. Es frecuente que una persona que esté en varias. Si las examinamos una a una podríamos decir que “esta asociación” es la de “tal persona” y aquella otra la de...

Puede ser más complicada la diferenciación de esas asociaciones por los objetivos que intentan perseguir. Es decir resulta más sencilla la diferenciación nominal que la vinculada a los objetivos de las diferentes asociaciones.

Se da la paradoja que luego se quiere hacer una “coordinadora de asociaciones”, pero claro resulta complicado. Por un lado no es fácil reunir a tantas asociaciones diferentes para que pueda resultar algo que tenga la entidad suficiente para que se la pueda denominar 'coordinadora'. Podría existir el riesgo que a la 'coordinadora A' le saliera de inmediato una 'coordinadora B'que reuniera a algunas de las que no se integraron en la primera. Incluso es posible que saliera una tercera y luego intentar “coordinar a las coordinadoras”. Además existirían problemas de funcionamiento interno, de cómo gestionar declaraciones comunes o llevar actos de modo conjunto. Probablemente el lector sepa de lo que estoy tratando de escribir y de los diferentes intentos de este tipo.

Conozco algún caso, en que alguien elabora un determinado comunicado que firma en nombre de otra asociación sin que tenga la autorización pertinente para ello. Si a eso unimos una falta de prudencia en lo que se afirma, es normal que se produzcan tensiones y enfados. No se puede poner en boca de otro afirmaciones, que quien aparece como que las ha firmado sin embargo no las comparte. Mejor no se debe, por cuanto poder se ha podido hacer.

Individualismo exhacerbado

Recuerdo en unas elecciones generales en las que probablemente el leonesismo haya batido el record Guinness del individualismo. En las papeletas para la elección de senadores figuraba “Prepal (sección Garzo)” y “Prepal (sección Iglesias)”. Todo un resumen de ese individualismo leonés. La elección se establecía en función de personas y por supuesto confundía a aquellos que querían votar al Prepal y desconocían las pugnas personales que había. También sorprende que la Junta Electoral permitiese que esas divisiones internas llegasen incluso a la papeleta de voto.

Para avanzar hay que hacer un esfuerzo de flexibilidad tanto en los contenidos como en las personas que vayan a tratar de hacerlos efectivos. Hay que priorizar lo que puedan ser los objetivos finales sobre la forma de tratar de llevarlos a cabo o los protagonistas que lideren ese proceso. Los egos personales son dificultades para poder avanzar. En demasiadas ocasiones se han generado luchas frontales en el que las diferencias personales son más importantes que lo que puedan ser los objetivos comunes. Así se han dado casos en que alguien firma un determinado documento que otra persona ha elaborado, pero que cuando se recibe el documento firmado se suprime esa firma por las discrepancias personales entre el firmante y quien ha elaborado ese documento.

Estos importantes egos nos llevan a paralizar las acciones. Como reyes del “bla, bla, bla...” nos podemos sentar a debatir si son galgos o si son podencos, si es corcel, caballo o alazán, pero en demasiadas ocasiones nos quedamos en esos debates eternos. Entiendo preferible que no exista una total coincidencia en las cosas con tal que ello posibilite una mayor acción.

Esas posiciones nos llevan más ser crítico con lo que otros hacen que a hacer acciones por nosotros mismos. Se está en exceso pendiente de lo que hacen otros. Dedicamos más tiempo a la crítica que a hacer algo aunque sea asumiendo algún grado de imperfección.

Hay que hacer prevalecer los objetivos y fines a lo que puedan ser los protagonismos personales.

👉 Sigue en la quinta parte: 'El cainismo leonés

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