Los leoneses y el valor de la palabra dada

'Palabra dada'. Ilustración fotográfica basada en la 'conrobla' de La Robla. // Uribe

David Díez Llamas

👉 Viene de la sexta parte: 'El carácter intimista y tímido de los leoneses

Es el leonés una persona fiel a sus propios pactos, a las personas o a unos determinados valores. Desde sus profundas convicciones interiores hace que asuma en toda su integridad aquellas responsabilidades que libremente haya podido adquirir.

Diríamos que la personalidad leonesa no es la de alguien con un carácter superficial y tornadizo. Al leonés podemos decir que le cuesta tomar una decisión pero cuando lo hace se mantiene fiel a la misma. Al ser una decisión que suele ser meditada, la misma tiene una mayor carga de profundidad. Diríamos que la fidelidad a la palabra dada no se vivencia como algo impositivo en función de una determinada normativa social sino más bien como un acto volitivo profundo.

Podemos recordar los tradicionales pactos entre los tratantes de ganado. Basta el apretón de manos. Una vez fijado el precio, una vez se ha llegado al acuerdo, este se sella con ese ritual. Finalizado el mismo ninguno de los que lo han “sellado” se le ocurrirá volverse atrás de esa decisión y ello no es por la existencia de un precepto legal sino simplemente por un convencimiento interior que le dice cómo debe actuar.

Este concepto del honor y la fidelidad a la palabra dada lo encontramos también en la historia y la legendaria leonesa. Así tenemos la historia de Don Suero de Quiñones y su largo duelo con otros nobles de la época en ese puente que hoy conocemos como “el Paso Honroso”. También en el Órbigo encontramos la leyenda de la Presa Cerrajera que fue construida, según cuenta la leyenda, al objeto de cumplir una promesa de amor.

Ese valor de la palabra dada ha tenido mucha importancia en los propios principios democráticos y de representación de la ciudadanía. Recordamos así el episodio en el que Ramiro Núñez de Guzmán se dirige a su sobrino el Conde de Luna “dicen que consentisteis en el servicio y que excedisteis en más de lo que vos fue mandado; si así es, grande pena merecéis por ello”. Es decir se demanda que aquel que ejerce la representación del pueblo debe actuar en función de las directrices de aquellos que le han elegido. Sin embargo el Conde Luna no había respetado la palabra dada y se había erigido en esas Cortes en representante de un partido imperialista del que Eloy Díaz en su historia de los Comuneros de León dice que “no logró echar hondas raíces en León por más esfuerzos que hicieron sus contados pero entusiastas defensores”. Acusado de traición el Conde hubo de huir hasta Valladolid donde según las crónicas “encontró seguro asilo”. Entendemos que este episodio refleja la importancia que los leoneses conceden al respeto a la palabra dada hasta el punto de que se persigue al traidor con riesgo de su propia vida.

Las cabezadas

Un ejemplo más de ese valor que los leoneses dan a la palabra dada lo podemos encontrar en la fiesta de las Cabezadas. En función del mismo los leoneses “cumplen” con el compromiso contraído con San Isidoro y le ofrecen un cirio grande de arroba y dos hachas. Eso si el leonés cumple con sus compromisos pero mantendrá que lo hace desde la libertad (como oferta) y no como obligación (como foro).

La relevancia que adquirieron los maragatos como arrieros se explica entre otras cosas en la fiabilidad que tenían como personas a las que se podía confiar las mercancías para trasladarlas de un lugar a otro. A ese carácter aluden algunos viajeros como Richard Ford que en 1830 los describe como “hombre inteligente, activo y sufrido...es puntual y honrado, de nervios de acero, típico en el traje, formal, serio, positivista, muy comerciante y son proverbiales su honradez y laboriosidad”.

En el propio cancionero tradicional leonés encontramos referencias a ese carácter leonés de mantener los compromisos por encima tanto de las presiones políticas como también de las económicas. Todos recordamos esa canción leonesa que dice “cinco duros me da el Rey por la cinta del pelo y aunque me diera un doblón la cinta no la vendo”.

Si antes nos referíamos a los maragatos, las consideraciones podrían ser parecidas para el resto de las comarcas leonesas. Elías Díaz Moran en su libro derecho consuetudinario leonés hace mención a: “la honradez de estos montañeses es proverbial, hasta el extremo de que en las demás provincias, especialmente en Extremadura, encuentran colocación fácil en el servicio doméstico sin otra recomendación que la de decir su país natal”. En todas aquellas labores en que se prima la confianza y la honradez de las personas, podríamos decir que la misma ha sido reconocida por aquellos que residían fuera de León.

Carácter liberal e independiente

Este carácter leonés también ha estado muy unido a su cierto rechazo a las reglamentaciones, a la burocracia administrativa. Su espíritu liberal e independiente le ha llevado a buscar que los pactos sean más entre personas y no necesiten estar sujetos a un arbitraje foráneo. En ese sentido se hacía necesario el que las personas que hiciesen ese pacto fueran suficientemente fiables. A la vez se castigaba la falsedad y el engaño, no sólo en el ámbito de la ley sino también con el desprestigio social. A alguien que no cumpliese su palabra se le complicaba su existencia. Podríamos decir que es un sistema semejante al que ahora se hace por internet cuando alguien desea hacer una venta.

La confianza tiene un valor económico muy importante que podemos comprobar en las finanzas públicas, en las entidades financieras o en las de cualquier empresa. Tal vez vuelva el momento de reconocimiento de la importancia de los valores personales en el éxito de las diferentes iniciativas.

👉 Sigue en la octava parte: 'El leonés prima los elementos esenciales sobre el contenido más superficial

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