Polvo y ceniza, todo lo que queda tras el derrumbe de la chimenea de la térmica de Anllares

César Sánchez / ICAL. Demolición de la chimenea de la central térmica de Anllares

Polvo y ceniza. Eso es todo lo que queda de la chimenea de 150 metros de altura de la central térmica de carbón de Anllares, en el municipio de Páramo del Sil. La localidad berciana se ha despedido este miércoles del que fue icóno y sustento de sus vecinos y de la comarca en las últimas décadas.

Para su demolición, se han utilizado 50 kilos de explosivos y 200 detonadores eléctricos. Según la multinacional eléctrica siguiendo una “técnica de las más eficientes para el desmantelamiento de centrales, ya que minimiza los riesgos para los trabajadores, favorece la economía circular y contribuye a reducir el impacto ambiental”.

Una vez realizada la voladura, los residuos de hormigón y de la estructura metálica se recogerán a nivel del suelo. Se estima que se recuperarán 3.550 toneladas de hormigón que se destinarán, entre otros usos, al relleno de huecos y regularización de terrenos en la propia instalación y 80 toneladas de hierro y acero que serán reciclados en acerías.

Fundada en 1982 por Unión Fenosa, actualmente es propiedad de Naturgy al 66,6% y de Endesa al 33.3%, dio trabajo a miles de personas hasta que el pasado 2018 la multinacional comunicó que no acometería las obras de remodelación que exigía el Gobierno de España para reducir las emisiones de CO2 que le permitiesen seguir en funcionamiento.

Como la crónica de una muerte anunciada, este miércoles se fijará en el calendario de los bercianos y leoneses como el principio del fin definitivo de la minería. Las labores de desmantelamiento de la central se iniciaron en julio de 2019 y todavía durarán varios años más. Costarán 8 millones de euros y los está realizando la empresa vasca Lezama Demoliciones.

Las fotos y vídeo de esta información son de César Sánchez de la Agencia ICAL.
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