La Presa del Bernesga languidece ante la desidia de la Administración

Reunión de afectados por la Presa del Bernesga en la Casa del pueblo de Sariegos.

ileon.com

Con más de ochocientos años de historia, la Presa del Bernesga parece condenada a desaparecer. La decisión de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) de no aumentar el caudal de agua concedido podría suponer su sentencia de muerte.

Los pocos regantes que aún quedan, los propietarios de las fincas colindantes y algún representante de las juntas vecinales de las localidades afectadas, ya han comenzado a movilizarse ante la grave situación de abandono que presenta, sobre todo en época estival.

La acequia, que durante siglos regó los huertos de Sariegos, Azadinos, Villabalter, San Andrés del Rabanedo, Trobajo del Cerecedo, Vilecha, Torneros del Bernesga, Grulleros y Vega de Infanzones; que ponía en funcionamiento veintisiete molinos distribuidos a lo largo de su recorrido y de cuyo aprovechamiento se beneficiaron la fábrica de harinas de Alfageme y la Azucarera, aparece este verano totalmente seca.

La CHD alega que mantiene el caudal ecológico reglamentario. Este caudal sería, según la Instrucción de Planificación Hidrológica, aquél que “permita mantener de forma sostenible la funcionalidad y estructura de los ecosistemas acuáticos y de los ecosistemas terrestres asociados, contribuyendo a alcanzar el buen estado o potencial ecológico en ríos o aguas de transición”. A simple vista se puede comprobar que dicha cantidad es claramente insuficiente para una presa de tierra como la del Bernesga, que al no estar canalizada pierde más del 60% de caudal, de modo que el agua apenas llega a los primeros tramos de su cabecera.

Por otra parte, la CHD también se ampara en el uso indebido que se está dando al agua cedida, ya que se utiliza para regadío cuando tal actividad estaría totalmente prohibida desde la disolución de la correspondiente Comunidad de Regantes.

Sin embargo, cuando la Comunidad existía, las actuaciones de la CHD tampoco favorecieron el correcto uso y mantenimiento de la histórica presa. Si bien al principio un puerto lograba mantener un caudal adecuado de agua, la administración decidió sustituirlo por dos compuertas, una regulada por la propia CHD y otra por los regantes, donde además se instaló un caudalímetro. Otro de los objetivos de la administración, que finalmente resultó inviable, era colocar un contador de agua más abajo de la boca de la presa, en un tramo donde ya se había recibido un aporte de agua procedente del municipio de Cuadros.

El presidente de la Comunidad de Regantes, de modo altruista, se encargaba personalmente de la regulación de las compuertas y de la gestión de la presa.

Según las ordenanzas aplicables, los responsables del mantenimiento de la misma son los regantes, los propietarios de los molinos, los dueños de los terrenos colindantes con el cauce y las juntas vecinales en los tramos que pasen por terrenos comunales. El abandono de las tierras de labor, el fin de la actividad de los molinos, la falta de colaboración económica por parte de las juntas vecinales y la dificultad para lograr acuerdos entre los propietarios y los afectados por los veintisiete kilómetros de presa, precipitaron la disolución de la Comunidad de Regantes.

A partir de ese momento se establecía un plazo de seis meses para regular el cauce y dieciocho más para el cierre del mismo. Han transcurrido ya veintiséis meses sin que se haya producido ninguna actuación y la situación de la presa se agrava a medida que pasa el tiempo: las acequias están obturadas, no hay aliviaderos y ya se han interpuesto denuncias por daños a terceros en locales y garajes en épocas de crecida.

Para no proceder al cierre definitivo (previsto para finales de diciembre) la CHD exige la constitución de una nueva Comunidad de Regantes. Los afectados, que deberán organizarse de forma autónoma, sin intervención de la administración competente en materia de aguas, se enfrentan a un arduo trabajo. En primer lugar deberán confeccionar un censo actualizado de todos los regantes y propietarios de los márgenes de la presa (el que ahora existe data de 1960). A continuación será necesario poner de acuerdo a todos los interesados para la formación de la nueva entidad de regantes, una tarea titánica si se tiene en cuenta la longitud del cauce. Además de las dificultades organizativas descritas habría que añadir el coste económico que conllevaría el acondicionamiento de la presa, y del que se desconoce si la CHD o las administraciones locales estarían dispuestas a asumir al menos una parte.

A pesar de la insensibilidad mostrada por la CHD, ya se han mantenido reuniones informales entre algunos afectados y pedáneos de las localidades del tramo inicial del cauce, para poner de manifiesto la firme intención de no dejar morir una presa que ha generado beneficios a nivel económico, medioambiental y paisajístico desde el siglo XII.

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