Adiós a Adonías del Pozo, uno de los últimos baluartes de la cocina auténticamente leonesa

Adonías con los actores Alfredo Landa y Fernando Rey, a los que alimentaba y con los que jugaba al mus durante el rodaje de la serie de El Quijote en León.

Carlos J. Domínguez

Hubo un hostelero en León tan visionario como tradicional y auténtico que un buen día registró oficialmente el nombre de “Cecina de Dios nos libre”, otra conocida forma de denominar a la cecina de chivo tan propia de Vegacervera. Se podía permitir ese lujo de registrar un nombre secular para referirse a la carne de macho cabrío -léase, cabrón-. Ese hombre era Adonías del Pozo Álvarez, miembro de una estirpe de cocineros leoneses de ley, y esta semana la hostelería leonesa se pone de luto por su fallecimiento.

Desde los fogones primero de la antigua Casa Pozo que 'reinó' en el centro de León desde antes de la Guerra Civil y hasta hace casi una década en la Plaza de San Marcelo, fundada por sus padres, después en el local de Santa Ana y ahora al frente de su posterior Restaurante Adonías, en Santa Nonia, que abrió sus puertas en 1979, Pozo ha sido todo este tiempo hasta su muerte a los 87 años un baluarte de la cocina auténticamente leonesa tradicional de los que ya escasean en León.

La “Cecina de Dios nos libre”, la lengua ahumada, todo tipo de pescados frescos, el cochinillo, el cordero, el morcillo estofado de ternera o la merluza a la cazuela o a la romana son sólo algunos de los platos que Adonías del Pozo elevó durante décadas de sabio oficio al olimpo de la alimentación autóctona. Y bien lo supieron los innumerables personajes públicos, desde artistas a deportistas, que como Anthony Quinn, por mencionar alguno, se sentaron en las mesas de su restaurante y que hoy cuelgan en sus paredes, inmortalizándose en multitud de fotografías.

De ellas, quizá una de las de más entrañable recuerdo es aquella con el plantel de actores de la aclamada serie Don Quijote de La Mancha, con Fernando Rey y Alfredo Landa al frente, que no sólo alimentaban de sus viandas durante el rodaje de la serie en la Cueva de Valporquero sino que acudían a diario a echar unas manos de mus con Adonías allá por 1991.

El funeral por el curtido cocinero se ofició ayer en León en la parroquia de Santo Toribio de Mogrovejo, en el Polígono X de la capital leonesa. Y hoy, sólo un día después, los dos de sus cinco hijos que mantienen la saga del Restaurante Adonías, Bernardino (Nardi) en la sala y Miguel Ángel en la cocina, han comenzado a honrar su memoria ofreciendo los mismos sabores de los últimos 40 años. “Siempre con la mejor calidad, siempre como él hizo, como uno de los últimos representantes de la tradición culinaria” tan rica de León, y de la que se saben “los últimos guardianes”, resume Nardi.

A Adonías León le deberá siempre haber abierto camino, nacional y hasta internacional, a buena parte de algunos Productos de León que hoy son seña de la gastronomía leonesa. En sus manos, los conocidos aquí como pimientos de Ponferrada pasaron a ser de El Bierzo. Con su destreza, la morcilla leonesa “se sacó de la funda” donde se acostumbraba a servir en las casas de pueblo. Y en sus cazuelas, el puerro de Sahagún abandonó su reducto de Tierra de Campos para “ponerlo en la mesa” tal y como hoy se sirve en todas partes. Por eso, en la primera edición de los premios Puerro de Oro, el ayuntamiento facundino tuvo claro que él tenía que estrenarlos.

Las generaciones de los Pozo de su estirpe siguen quedando a buen recaudo. Sus descendientes tienen claro que hay que seguir los pasos de Adonías porque es la forma de “conservar aquello que funciona, lo de siempre, como los vascos saben que ninguna modernidad debe ni puede acabar con el marmitako”. Una garantía que seguirá funcionando muchísimo más allá del León Capital de la Gastronomía 2018, año que ahora también se recordará por el último adiós a uno de los nombres propios del sabor más genuino de León.

Etiquetas
stats