Casares de Arbas, una década del embalse 'fantasma' de León

Vista de la presa de Casares de Arbas.

C.J. Domínguez

Es un desconocido, algo así como el hermano pobre de los muchos pantanos de la provincia de León, a pesar de ser de mayor tamaño que algunos más veteranos, como Villameca. Es el pantano de Casares de Arbas, la presa que cumple este año una década desde la finalización de su gran ampliación sin que en este tiempo casi nadie sepa para qué sirve realmente.

Porque ni con su agua se riega campo alguno ni tampoco se ha notado que la 'excusa' oficial de las dos últimas décadas, de que este pantano era 'crucial' para “regular el cauce del río Bernesga a su paso por León capital” ha demostrado no ser cierto, ni en épocas de riadas ni cuando el estiaje amenaza el cauce fluvial mínimo para vitar que la fauna piscícola sufra.

Más bien, hay dos beneficios oficialmente apenas conocidos que sí han pasado desapercibidos pero son muy reales: uno, la mini central hidroeléctrica, subvencionada por la propia empresa de Aguas del Duero, de 1,4 megawatios de potencia, energía que se evacúa en enormes torretas de Red Eléctrica que pasaron a formar parte del extraordinario paisaje hoy Reserva de la Biosfera. Y en segundo lugar, la refrigeración de la central térmica de La Robla, que requiere unos caudales estables del río Bernesga por esta zona.

Pantano de Casares de Arbas totalmente helado durante la ola de frío de febrero de en 2015. Foto: Hotel Rural Río Viejo de Cubillas de Arbas

En todo caso, una vez más, beneficio para la zona inundada, ninguno. Es más, su impulso no estuvo exento de polémica, para no variar en los casos de los pantanos leoneses.

Las fechas del viejo proyecto

Ya en 1981 se hablaba de los proyectos concretos de dos pantanos cuyos primeros diseños provenían del año 1968: uno inicial que se acabó ejecutando, con 7 hectómetros cúbicos, que funcionaría durante varios años, y otro que lo recrecería hasta los 37 hectómetros actuales que quedaría inutilizada la primera inversión, como así ocurrió, con una pérdida de unos 300 millones de pesetas, un dineral de entonces.

Se habló como otra excusa, demostrada falsa posteriormente, de la puesta en marcha de 4.500 hectáreas de regadío en la cuenca del río Bernesga, e incluso de la mejora de la red de captación de agua potable para varios pueblos de la provincia, entre ellos La Robla.

Un muro de 145 metros y 50 de altura

Cuando llegó el momento de recrecer el embalse, multiplicando por cinco su capacidad, haciendo que el agua llegara casi hasta las calles y viviendas de Casares, gracias a una enorme y nueva presa de 50 metros de altura y por 145 de longitud de muro, llegaron también las protestas de los ganaderos de localidades como Cubillas, Casares o Viadangos. Ya que se anegaban 300 hectáreas de pastos, de los mejores de la provincia, se les prometieron por parte del Ministerio de Medio Ambiente, a través de la socidad pública Aguas del Duero, indemnizaciones que cuando en 2006 acudió la entonces ministra Cristina Narbona aún no se habían abonado.

Casi nadie se acuerda pero aquellos pocos ganaderos preocupados por su futuro recibiron incluso cargas policiales cuando trataron de paralizar las primeras obras, allá por los años 2003 y 2004.

Para cumplir algunos de los compromisos adquiridos con las juntas vecinales, Aguas del Duero aseguró ejecutar obras por valor de 200.000 euros, tales como un nuevo depósito de agua potable, pavimentación de calles, acometida de agua potable, electricidad e iluminación en la zona de las casetas del camping, arreglo de caminos y acceso al cementerio en Viadangos, o un muro de contención junto a la iglesia.

Inversiones turísticas que nunca llegaron

Pero también hubo promesas que rápidamente fueron incumplidas. Porque los pueblos pidieron que ya de sufrir los efectos del agua, pudiera aprovecharse el pantano para uso depotivo y recreativo: mejoras en el camping, drenaje en la zona de acampada, construcción de cuatro miradores al embalse, plantación de árboles en una parcela de 5.000 metros cuadrados, construcción de un merendero con mesas y bancos, instalación de una baliza flotante de protección en la presa, instalación de puntos de amarre en la rampa del embarcadero, reparación de un paso canadiense en la carretera de acceso a la presa, carteles indicadores para fomentar el turismo y un carril bici que uniera los pueblos de el núcleo Casares y Cubillas por el borde del embalse.

La dificultad para ejecutar este último, alegando su alto coste porque el trazado obligaba a realizar un desmonte en roca, hizo que finalmente el Estado dejara toda la posible explotación turística en el tintero: más de 120.000 euros que jamás se invirtieron.

Pero no son las últimas cifras extrañas referidas a este pantano, tan fantasma que sus datos actualizados de aforo no son consignados de manera regular por la Confederación Hidrográfica del Duero, como sí ocurre con Riaño, Luna o Porma. Un ejemplo de esas cifras extrañas: hace escasos días se ha licitado un contrato para la explotación, conservación y mantenimiento de la presa de Casares, y por espacio de tres años más otros tres posibles de prórroga el precio de salida es de menos de 1 millón de euros.

Resulta muy llamativo que ese mismo contrato para idéntica finalidad en 2014 se adjudicara sólo por dos años, que no se han prorrogado, y la empresa adjudicataria obtuviera 2,8 millones de euros.

Aquí os dejamos un VÍDEO aéreo de la zona, para hacerse una idea de la belleza y también del impacto del pantano de Casares de Arbas en el valle en el que se enmarca:

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