La pandemia suspende unos carnavales tradicionales de León en plena fase de recuperación y expansión

Vecinos de Pombriego grabando un vídeo promocional de su tradicional entroido que no se pudo celebrar por la pandemia. Foto de Dori Barrio y David Vázquez

Elisabet Alba/Antonio Vega

La pandemia de coronavirus ha conseguido lo que ni el franquismo pudo reprimir en sus años más duros, suspender los carnavales tradicionales de León. Entroidos, antruejos y caretos tuvieron que 'quedarse en casa' este año por la situación sanitaria y las medidas de la Junta de Castilla y León, encaminadas a evitar en la medida de lo posible las aglomeraciones de personas. La veintena de mascaradas que cada año componen el calendario festivo más tradicional este año no han podido realizar sus convocatorias habituales en los días del Carnaval

Los operativos que montaban en Villalfeide para burlar 'a los guardias' en la dictadura no sirvieron este año con la covid-19. Los 'plásticos' y los 'desfiles de bonito' hicieron peligrar sus 'caretos', pero desde hace un quinquenio jóvenes y mayores del pueblo trabajan codo con codo contra el olvido para recuperarlos. En la actualidad, en vez de 'salir de repente', solo los 'mozos' y durante toda la semana de Carnaval, se sale todo el que se quiera vestir, hombres y mujeres, en domingo de Carnaval.

Por las calles del pueblo, ese día, no faltan 'el toro', los 'niños' vestidos de 'guapos' con los trajes plagados de cintas de colores pero del género opuesto, la 'vieja' que los acompaña por las casas pidiendo el aguinaldo, ni 'la jirafa', su 'diablillo' más antiguo y simbólico que tienen que llevar entre dos por su volumen y su peso, “¡y que todo el pueblo está cuesta arriba! Uno solo no podría”, recuerda a este medio Vanesa Diez.

Tampoco en Riaño pudieron este año disfrutar de su 'Antruido', recuperado hace una decena de años. Las calles del (nuevo) Riaño y de las localidades de la zona se quedaron sin el sonido de las cachimbas y zambobas, aunque prometen volver con fuerza en el 2021, explica uno de sus impulsores Antonio González. “Claro que volveremos, y con más ganas”, explica para reconocer cierta frustración por la no celebración de este año ya que en su edición del 2020 fue masiva, lo que esperaban para este año también, “Da rabia porque dan un tiempo estupendo, hubiera habido mucha gente”.

El carnaval riañés además ya ha cogido vuelo con la recuperación de todos sus personajes tras años de investigación y documentación, con medio centenar de trajes, la mitad de ellos de zamarrón. Además del carnaval tradicional se había unido de forma muy exitosa a la tradición gastronómica del cocido de arvejos y la turística del barco por el embalse.

También en domingo de Carnaval se dan cita 'el toro', los 'gigantes', los 'enanos', las 'toras', los 'guirrios' y 'la máscara' para correr el 'antruejo' por las calles del pueblo de Alcoba de la Ribera hasta 'la bolera'. Con caretas de cartón y ceras, vestidos con ropas viejas y armados con zarzas, incensarios en los que quemar excrementos de caballos o gallinas, escobas de paja o forcas de madera.

El domingo anterior al domingo de Carnaval, “los mozos ensuciaban a las mozas con harina y ceniza, y algunos aprovechaban para hacer bromas, la 'cachiporra', que no a todo el mundo le sienta bien”, cuenta a ILEÓN Samuel Ferrero. Y el domingo siguiente al domingo de Carnaval, era tradición pedir por las casas para hacer una merienda todos juntos. “Esto lo seguimos haciendo, lo de juntarnos, pero sin pedir aguinaldo”.

Pombriego se divide en dos 'bandos', el de los 'guapos' y el de los 'feos', para celebrar su 'entroido', que hace cinco años recuperó la Asociación Cultural Aires del Cabrera. En el de guapos salen las mozas o madamas y gente acompañándolas con trajes claros, a cantar y a bailar coplas escritas para ese día. En el de los feos, van hombres y mujeres travestidos y 'mazcaraos', además de dos 'carántulas', que es como se llama en el pueblo a las máscaras de animales como la zorra o raposa, el jabalí o el corzo. A mayores salen 'gitanos y viejas'.

Pero, “¡este año nada!” “Algún cencerro se ha oído, que salió por su cuenta a animar a los más mayores, pero no hemos organizado nada”. “Es una pena, pero no se podía”. Ya habrá tiempo de celebrar “que todo esto ha pasado” el año que viene y como manda la tradición: con sopas, migas, orejas, flores, roscón, ferbudo y chocolate.

La veintena de mascaradas leonesas tendrán que esperar al 2022 para volver a rercorrer las calles de pueblos, villas y ciudades de la provincia, recuperando sonidos e imágenes de antaño para que perduren en la memoria contemporánea. Este miércoles de ceniza el entierro de la sardina tiene un sabor más amargo que nunca.

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