La Diputación no halla rastro del Manuscrito de Astorga (1624) que le regaló a Franco hace 53 años

Carmen Polo y Francisco Franco recibieron 'El Manuscrito de Astorga' como regalo en su visita a León en julio de 1964.

C.J. Domínguez

Hace 53 años, el 11 de julio de 1964, el generalísimo dictador Francisco Franco y su esposa, Carmen Polo, llegaron a León capital de visita oficial para presidir el VI Congreso Eucarístico e inaugurar bajo palio el flamante nuevo Santuario de La Virgen del Camino. Y cuando se marchó en el mismo Rolls Royce hacia el Palacio del Pardo llevaba como un tesoro un exclusivo regalo que el presidente de la Diputación, Antonio del Valle, le había hecho en nombre de toda la provincia de León: el Manuscrito de Astorga.

Hoy, en 2017, la Diputación de León dice 'adiós' definitivo a esta joya. Irrecuperable. “Si alguna vez existió, nadie nos quiere decir dónde está o nadie sabe donde está”, zanjó el presidente de la institución, Juan Martínez Majo, en el Pleno celebrado esta semana.

Copia de El Manuscrito de Astorga, original fechado en 1624 y atribuido a Juan de Bergara.

Majo respondía así a una reclamación de UPL, por boca de su actual diputado provincial, Matías LLorente. Y le respondía no con nuevas averiguaciones sino con un informe elaborado ya en 2005, a instancias de otro leonesista, Luis Herrero Rubinat, quien ya se había interesado hace más de una década por este asunto.

En ese informe por el que la institución ya dio por perdido entonces, y de nuevo ahora, el rastro del Manuscrito de Astorga, el presidente recordó que se hicieron entonces dos gestiones por carta: una a Patrimonio Nacional, que dijo que no tenía noticia alguna del valioso libro; y otra de la Fundación Francisco Franco, que respondía a la misiva remitida a la viuda del dictador, Carmen Polo, igualmente negando que entre sus fondos estuvieran consignados tales documentos.

El Manuscrito de Astorga data dl año 1624 y se tiene por una de los primeras guías de la historia sobre el uso de la mosca elaborada con pluma de gallo para la pesca específicamente de la trucha, una suerte antiquísimamente ligada a la provincia de León y a los gallos de pluma de la Cándana y el Curueño, concretamente.

La obra a mano se le atribuye al clérigo maragato Juan de Bergara (en otras fuentes Vergara) y constaba de cubierta de pergamino y hojas de papel sin numerar. De tamaño puede que menor que una cuartilla, al menos sumó 68 páginas, aunque la parte escrita por el autor llega alcanza hasta la número 13. En ella se habla de la utilización de plumas para confeccionar 33 modelos de moscas artificiales. Un continuador anónimo se limitó a escribir en el siglo XVIII algunas notas en las hojas impares, que se encontraban en blanco.

Sgún investigó en su día Alfonso García Melón, autor del libro 'El Manuscrito de Astorga y Juan de Vergara', este exclusivo tratado se perdió de mano en mano hasta que lo adquirió el filántropo leonés Julio del Campo, humanista y al parecer aficionado al arte de la pesca. Lo guardaba en su taller de escultura de la calle Ordoño II número 25 y se lo dio a conocer en la armería de D. Néstor Alonso, la conocida Armería Alonso de León. Fue allí donde en 1935 lo conoció y admiró Louis Carrere, prestigioso pescador francés, divulgándolo en un artículo aparecido en la revista de 'Pesca y Caza', que entonces se publicaba en Madrid. Esto tuvo lugo reflejo en Francia y de ahí proyección internacional.

A la muerte de Julio del Campo, la Diputación se lo adquiere a su heredera, pero por poco tiempo queda en manos públicas, porque se lo acaba regalando a Franco -tan famosas sus fotografías pescando, muchas veces en ríos leoneses, como en cacerías más o menos amañadas- en su referida visita a León en julio de 1964.

Desde la muerte del dictador en 1975 sólo quedan rumores del paradero de la magna obra leonesa. Se habló de que fue calcinado en el incendio del pazo de Meirás en febrero de 1978, pro certeza ninguna. Otras pistas lo sitúan en Londres y en Suiza, pero se queda en lo mismo: rumores. Nadie asegura que la familia Franco Polo, o la Fundación que lleva el nombre del dictador, hayan dicho la verdad. Pero el equipo de Gobierno en la institución, por las palabras de su presidente, parece haber tirado la toalla.

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