Mónica Miguel: “León siempre fue y es ancla, es Ítaca, la isla-meseta brillante de escarcha y luz añil a la que mirar desde lejos”

Mónica Miguel. Foto: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

Que tus sueños sean siempre tan hermosos

como los pensamientos de un dios

Mil demonios retuercen sus uñas en mis entrañas.

Rompiendo mis dientes muerdo con rabia.

Quieren hacerme gritar.

En silencio, siempre en silencio, sonrío, y hablo despacio,

como se espera de una señora.

Tengo miedo de no poder parar si comienzo a gritar.

Si comienzo a gritar no podré parar.

Asco, miedo, rabia y un amor podrido que bulle en sus monstruos.

Lampreas que pululan en las profundidades de mi sonrisa.

Cucarachas que se filtran en mi escudo de calma.

Insomnio lleno de intrusos que rasgan la cordura.

Insomnio que ruge por unas manos, unos ojos,

unos labios que no existen.

Huir, correr sobre la tierra en mi tierra.

Respirar sin sentir extrañeza.

Poder dormir en los brazos de un sátiro,

que me muestre el cinturón de Orión,

que me cante en el oído la música lenta de los robles.

Sentir mi piel recorrida por los dedos de la risa de los cuervos

y las plumas de las orugas.

Una voz que me grite con el viento y me haga estremecer.

Sileno que me ate a un haya mientras me latiga con su mirada.

Pero los monstruos asedian mi cordura,

perforan mis entrañas.

Lamiendo con lengua de rata mis muslos.

(Mónica Miguel, 'Entrañas', incluido en '20 poemas de amor y una canción alcoholizada)

Viajar te pone en contacto con el mundo. Por eso, uno debe viajar. Ocurrió hace aproximadamente un mes en uno de mis viajes a la capital del Reino, justo antes de poner rumbo a otro Reino, el de la sensorialidad. Pero esto queda para ocasión. Y ahora lo que toca es hablar de ese fructífero viaje a Madrid, donde me encontré con la amiga y escritora María José Prieto (a quien ya tuve la ocasión de entrevistar en esta misma sección), al bueno de su marido Julián, los cuales, como excelentes anfitriones, me ofrecieron su hospitalidad (que tanto valoro en tiempos del sálvese quien pueda) y me presentaron a un poeta, que resultó ser Eusebio Pozo, con quien rápido establecí una magnífica conversación hasta el punto de que, en esa distendida charla, salió a relucir el nombre de Mónica Miguel Franco (a quien hoy dedicaremos esta fragua).

Valga por delante que agradezco a María José y Julián (maravillosas personas) que me pusieran en contacto con Eusebio Pozo, y que este amable escritor me hablara de una leonesa que vive en Panamá: la poeta, narradora, editora y profesora Mónica Miguel Franco, que es una mujer renacentista, con hondos saberes y una mirada cercana e inteligente. Un bonito descubrimiento. Pues, a la vuelta de mi viaje al Reino de la sensorialidad, tuve la ocasión de verla y conversar con ella en la ciudad del Viejo Reino Leonés, coincidiendo además con la presentación del reciente libro de su hermana Ruth Miguel Franco en nuestra capital provincial. Curiosamente, a Ruth ya le había dedicado una fragua hace un tiempo, pero ella no me habló de su hermana mayor, Mónica, aunque al final y por otras vías (parece que se cumple el dicho de que todos los caminos conducen a Roma, y este tuvo que pasar por Madrid) llegué a la autora que nos ocupa hoy. Por eso hay que viajar, recorrer caminos, hacer camino al andar, para llegar a buen puerto.

Huelga decir que, cuando Eusebio Pozo me mencionó el nombre de Mónica con sus dos apellidos, pensé de inmediato en Ruth. Ambas leonesas y con los mismos apellidos tenían que ser parientes. Y así resultó ser.

Nostálgica de su tierra, aunque siempre vitalista, Mónica Miguel Franco contagia alegría, buenas vibraciones. Vive desde hace más de veinte años en Panamá, un país que le ha procurado trabajo. Y le ha abierto grandes posibilidades, habida cuenta de que ella, tras acabar sus estudios de Filosofía y postgrado en la Universidad de Salamanca (y no encontrar su espacio en España), decidió abrirse camino, poner océano de por medio y lanzarse a la aventura panameña.

Cabe recordar que Panamá se convirtió otrora en destino apetecible al que fueran a parar muchos bercianos (incluso de Noceda del Bierzo, como mi bisabuelo Gabinín), para trabajar en el famoso Canal.

Y Mónica ha acabado encontrando su lugar en ese país hispanoamericano y su otra familia, su marido Edilberto, sus hijos. “Panamá no es sentimiento, es trabajo y mente. Es lo cotidiano, lo prosaico, que no te digo yo que esté mal, pero es otra versión de Mónica, es la de la agenda a rajatabla, la de los plazos, los informes financieros y la presentación de cuentas. Allí estoy llevando a cabo muchos proyectos (siempre teniendo algo que ver con la cultura y el arte), pero es otra forma de encarar los procesos creativos”, evoca Mónica, que siente morriña (algo habitual, por otro lado) de su León del alma, y aun de su Bierzo añorado, pues sus padres son de Dehesas y Magaz de Arriba.

“La mujer de las mil vidas de aventura”, escribe el periodista y tocayo Manuel Félix, que le dedica una entrevista en 'Diario de León', durante y/o después de su viaje a Panamá, donde la conociera, algo que Mónica recuerda y me cuenta con afecto. “Es de esas personas que impactan. Destila la magia del que vive y exprime el día a día con pasión. Buena observadora, antropóloga, aventurera, periodista y actriz. Pelea y triunfa en Panamá”, escribe Manuel Félix a propósito de la autora de '20 poemas de desamor y una canción alcoholizada' y 'De la piel del Diablo'.

Panamá no es sentimiento, es trabajo y mente. Es lo cotidiano, lo prosaico, que no te digo yo que esté mal, pero es otra versión de Mónica, es la de la agenda a rajatabla, la de los plazos, los informes financieros y la presentación de cuentas

De su León-Ítaca a Panamá

“León siempre fue y es ancla, es Ítaca, la isla-meseta brillante de escarcha y luz añil a la que mirar desde lejos mientras peleas contra cíclopes y lestrigones”, poetiza Mónica, que conserva intactos todos los recuerdos: colores, olores, sabores, tacto. “Recuerdo yerbas y susurros. En León transcurrió el pedazo de vida en el que se fraguó el carácter sensorial. Yo todo lo que siento, lo siento a través de los colores de una vidriera de esta tierra”, añade esta autora multidisciplinar, que se dedica, aparte de su faceta poética y narrativa, a impartir clases de antropología, retórica y oratoria y proyección personal y escritura creativa. Sin olvidarnos, por supuesto, de su labor como actriz, ya que dispone de una productora teatral (y algún monólogo humorístico como el del vampiro Conde Drácula), y la de editora, a cargo de la editorial Nonia.

“NONIA Editores surgió con la vocación de ofrecer en Panamá unos servicios editoriales que hasta ahora no existían. Hemos ido tanteando y probando (con libros de los socios) hasta conseguir la calidad de diagramación e impresión que pensamos que es aceptable. Ya hemos empezado a trabajar con un autor de género negro, Osvaldo Reyes, en una colección de cuentos. Y este año saldrá una antología de autores teatrales panameños. En León se podrán conseguir los libros de NONIA en la librería Sputnick”, nos aclara esta creadora, que en realidad hace lo que le apetece. Y que se mueve, en su opinión, por impulsos creativos, “si pueden definirse así”, por pulsiones, por pálpitos.

“Te cuento algo, hace un par de años, una noche, me desperté de golpe a las tres de la madrugada y dije, 'Quiero pintar cráneos', y al día siguiente estaba recogiendo cráneos de vaca en un matadero y empezando a pintarlos para hacer una serie”, afirma esta artista, que siempre se recuerda con libros en las manos, “escondida en cualquier rincón, abstraída de todo”.

En 1988 ganó el primer premio del Concurso de Cuentos Padre Isla con un relato que eligiera entre un montón que tenía escritos desde hacía tiempo. Y a partir de ese momento descubrió o redescubrió que le entusiasmaba la literatura, las palabras. “Para mí, leer y escribir son lo que soy”, precisa con rotundidad la autora del ensayo 'La figura del tirano en la literatura hispanoamericana a través del 'El príncipe' de Maquiavelo', a la vez que rememora al maestro mexicano Juan José Arreola, especialista en microcuentos, quien llegara a decir algo realmente lúcido: “Si no lees no sabes escribir, y si no sabes escribir no sabes pensar”. Algo que Mónica trata de inculcar a sus alumnos en sus talleres, “que sin leer, (leer mucho y leer de todo), no podemos aprehender el mundo. Y escribir nos ayuda a concretarlo, y a tomar posiciones ante las cosas y ante los sentimientos”.

El hecho de vivir fuera de León, de España (ahora está disfrutando de sus vacaciones en su tierra natal), no le ha impedido estar al tanto de lo que ocurre en el ámbito literario en nuestra provincia porque ha podido leer a escritores reconocidos como Llamazares y Gamoneda. “Y a una poeta excepcional llamada Pilar Blanco”, apunta. Sin embargo, reconoce que hay muchos autores leoneses que desconoce y que seguro son muy buenos.

“Sé que hay muchos autores nuevos surgiendo y del trabajo de Ruth Miguel debo decir que como poeta deslumbra y como ensayista es aún mejor”.

En cuanto a su poesía y su narrativa se reconoce muy visceral porque se deja llevar por lo sensorial y quizás se extiende demasiado en adjetivos e imágenes, según ella. En cambio, en sus Aullidos, en su columna semanal 'Aullido de Loba', que publica en 'La Estrella de Panamá', siente que es más comedida. “Como son columnas semanales y deben tocar temas de actualidad en una cantidad determinada de palabras tengo que medirme más, pero eso me permite jugar mucho con palabras con varios sentidos y frases mucho más concisas junto con un punto de ironía y sarcasmo”, explica esta autora, que se identifica con el 'Aullido de Loba', su alter ego lobuno, “yo me identifico con la dualidad lupina, ese doble sentido de peligro y protección, la mala fama de las lupas y la caridad de la loba nutricia”, glosa esta gran lectora, entre cuyas lecturas, que le han dejado huella emocional, reflexiva, se encuentran autores diversos como Homero, Dante, Safo, Bécquer, Rubén Darío, Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft, Baudelaire, Byron, Espronceda, Yeats, Blake, Quevedo, Larra, Rosalía de Castro, Cela, Robert E. Howard, Sade, Robert Graves, Bergamín, Tolkien. “También me marcaron mucho las cantigas de amigo y los romances medievales. Las sagas nórdicas, Beowulf...”.

NONIA Editores surgió con la vocación de ofrecer en Panamá unos servicios editoriales que hasta ahora no existían. En León se podrán conseguir los libros de NONIA en la librería Sputnick

En estos momentos, está con dos poemarios esperando editor, y trabajando además en otro. “En breve terminaré con una novela. Y hace unos días un amigo me lanzó un guante que recogí con gusto, voy a escribir un docenario poético. Y hasta ahí puedo contar...”.

Pues ya se nos acabó. Nos hemos fumigado 364 días así, en un pispás. Somos arrieras que tragamos tiempo. Nos quejamos y rezongamos, nos miramos al espejo y protestamos por las arrugas, por las patas de gallo que aparecen, así, de la noche a la mañana, en una piel que creímos eternamente tersa.

Un día nos despertamos y vemos borroso, creemos que es culpa del sueño y despotricamos contra el maldito despertador, contra el trabajo de mierda al que odiamos llegar, contra el tráfico que sabemos nos espera y que no nos permite aprovechar la cama un ratito más. Pero la ducha no disipa la niebla ante nuestros ojos, debemos alejar un poco el recibo de pago de la gasolinera, y alejamos otro poco más el informe que estamos revisando. Un día, así, de sopetón, nuestros ojos deciden que se han cansado de ver cercanías y ya solo nos permiten solazarnos en paisajes y horizontes, en aquello que queda lejos, atrás. Nuestro cuerpo, ese que de jóvenes tratábamos y maltratábamos creyéndolo durable como el mármol, empieza ya a sentir el paso de los años, crujen las coyunturas con ríspidos sonidos que arañan nuestros huesos. Y te quedas ahí, en el borde del colchón, pensando en cómo saltabas antes a comerte la vida a bocados, y qué pronto te has percatado de que la vida te ha comido a ti y que solo ha escupido una carcasa vacía, un cascarón de lata que suena a chuncho.

¿Dónde han quedado aquellos días en los que beber y comer era tan simple como respirar? ¿Dónde han quedado los tiempos en los que la goma era para pegar papel y la indigestión algo que sólo tenían nuestros padres?

Ahora nos molesta incluso el pensamiento de la tiradera de cohetes que sabemos que ocurrirá mañana, porque nos va a despertar al niño, porque a la viejita nos la desvela, porque nos va a asustar al perro, porque qué necesidad hay de gastar plata en humo.

Nos sentimos viejos, pero ¿saben qué?, más viejo es el camino y aún echa polvo. Quizás hoy ya este año es, tal y como nos sentimos algunos, viejo, pero más sabe el Diablo por viejo que por diablo y me río de los jóvenes que llegan, como el Año Nuevo, empujando, galleando, dándose golpes de pecho y desafiando a los cabezas plateadas, queriendo comerse el mundo; los veo, al nuevo año y a las nuevas generaciones y me acuerdo de aquella canción que decía: 'No es más fuerte aquel que grita mucho / ni es bueno correr sin más ni más / en la fruta verde está el futuro / siempre que tenga tiempo para madurar'.

Así que hoy, a punto de arrancar la última hoja del anuario de este año, solo puedo desear que todos encontremos las gafas adecuadas para ver bien aquello que muchas veces está delante de nuestras narices y que los horizontes, como los sueños, debemos encontrarlos cada vez más cerca.

También hay que recordar a los que se quedaron por el camino, los que ahora ya son lares que nos protegen, a pesar de que nos abandonaron en este valle de lágrimas; o lémures y larvas en los márgenes de nuestras pesadillas. Y a esos que ni en la muerte se merecen recuerdo, les deseo el olvido eterno y la eterna ignominia, porque no todos los muertos son dignos.

Y los jóvenes arrogantes deben continuar el año que viene escuchando la vieja canción: 'Hay que llegar teniendo vino, no es el camino, sino el caminar'. Que no apuren el paso, que todo les llegará. Hasta el cansancio.

(Mónica Miguel, 'Fechas', domingo 30 de diciembre de 2018, 'Aullido de Loba', 'La estrella de Panamá')

Entrevista breve Mónica Miguel Franco

“Come bien, bebe fuerte y enséñale los cojones a la muerte”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Hay varios que no dejo de leer, la poesía de Quevedo, 'La filosofía en el tocador', 'Conan', 'La diosa blanca', 'Las flores del mal', Bergamín...

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

Conan, y la persona que lo representa.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Gabriel García Márquez.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Soy como el moho, desagradable al principio, pero como dejes que me quede, no conseguirás nunca quitar mi rastro.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La verdad, siempre.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Me reservo el derecho de admisión de ambas cosas a mi vida. Tengo en demasiada valía mi paz y mi buen gusto.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Leer.

¿Por qué escribes?

No sé vivir sin hacerlo.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No. Pero pueden servir para bocetar, como los pintores y los dibujantes garabatean en servilletas o en recibos de supermercado. En las redes puedes esbozar ideas, apuntar imágenes junto con fotos que te recorten un momento determinado para retomarlas posteriormente.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Todo y de todos. No discrimino. Incluso lo que no me gusta me sirve para definir lo que sí quiero escribir.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No tengo ningún blog, aunque hace años he empezado alguno, no me da la vida para mantenerlo actualizado. En cuanto a seguir, 'Internatural' es un buen blog, allí puedes encontrar pinceladas de escritores de todo el mundo y de cualquier época, y si algo me llama la atención me lanzo a buscar todo lo que puedo encontrar sobre el autor.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

“Come bien, bebe fuerte y enséñale los cojones a la muerte”.

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