Carlos García Valverde: “No conozco a nadie que haya llegado a ser un escritor solvente sin haber sido un ávido lector”

Premio Gerald Brenan-Carlos García Valverde

Manuel Cuenya

Narrador, dibujante, ilustrador, Carlos García Valverde es autor de libros como 'La hierba bajo la nieves' o 'Como un extraño pájaro', obras que ha publicado, en su opinión, a partir de relatos con los que previamente había logrado algunos premios literarios.

Respecto a 'Como un pájaro extraño', su más reciente volumen editado en este año de 2019 por Eolas, que comanda el leones Héctor Escobar, está conformado por “una docena larga de relatos... bastante dispares, y a menudo alejados entre sí, tanto en sus temáticas como en sus épocas de creación, lo que, a mi juicio, proporciona diversidad, amenidad y colorido a toda la obra”, que fueran premiados tanto en certámenes literarios nacionales como internacionales. Por consiguiente, cuentan con el respaldo o legitimación suficiente, según su autor, para que, al menos, “el libro haya tenido la oportunidad de ver la luz y demostrar sus bondades al ocasional lector”.

'Como un extraño pájaro' está conformado por relatos como el que da título al libro, sobre la memoria o mejor dicho la desmemoria o trastorno de la memoria, tan habitual en nuestro tiempo, con la demencia senil, el Alzheimer, el Parkinson, entre otras enfermedades, incluso la amnesia retrógrada o traumática como vemos en 'Recuerda', del maestro Hitchcock. O bien una enfermedad de memoria a corto plazo, como también podemos ver en otra magnífica película titula 'Memento'.

“Olvidaré quien soy, quien he sido; cruzaré al otro lado y me hundiré contigo en esa especie de limbo oscuro en el que te encuentras para, ignorando en aquí y el ahora, renacer juntos en algún lugar del tiempo y del espacio, resurgiendo de nuestras cenizas como ese ave mitológica, ese pájaro extraño cuyo nombre –bendita sea– ya no consigo tampoco recordar”, escribe con voz poética Carlos G. Valverde al final de su relato 'Como un pájaro extraño'.

Asimismo, en este volumen editado por Eolas, su autor nos ofrece un estupendo relato titulado 'La anarquía del sol', introducido por una cita del mago Fellini: “Todo el mundo sabe que el tiempo es muerte,/ muerte que se esconde en los relojes”. Un relato que nos invita a reflexionar acerca del tiempo, con un protagonista llamado Rodríguez Losada, personaje de carne y hueso, cabreirés universal, famoso relojero, conocido por haber donado al Ayuntamiento de Madrid el reloj que preside La Puerta del Sol de la capital del Reino.

“-Que no parece materia mensurable, el tiempo. Algo que es inagotable, eterno, no puede caber en ningún tipo de imágenes o magnitudes. Es como querer cuantificar la luz que entra por nuestra ventana, el aire que invade un espacio o el sonido del viento batiendo las hojas de los chopos. El tiempo, el aire, la luz... Son conceptos abstractos que no podemos constreñir en los estrictos y cicateros límites de métrica alguna”, escribe Carlos G. Valverde en su relato 'La anarquía del sol“.

Nos aclara su creador que este recurso de publicar relatos premiados en forma de libro, “al menos de forma parcial”, ya lo había hecho también con 'La hierba bajo la nieve', un volumen recopilatorio de 2008.

En este sentido, los diversos galardones literarios que le han concedido, como el Campo Grande“ (Valladolid, 2013), o el Gerald Brenan (Alhaurín, 2019) en la modalidad de relato y/o cuento breve, han significado un estímulo para que este creador siga escribiendo. Y se reafirme en que lo que estaba escribiendo era medianamente decente, señala él, ”máxime cuando ha sido avalado en general por jurados muy profesionales, normalmente compuestos por escritores reconocidos, críticos literarios, catedráticos de literatura y otros expertos en el mundo de la escritura. Así que tomo estos galardones como una 'confirmación' o refrendo de una cierta calidad, algo de lo que uno mismo, quizá por una modestia mal entendida, nunca está demasiado seguro“, apostilla Carlos G. Valverde, que es autor asimismo de 'Cuentos de Semana Santa', donde recoge una serie de relatos de trasfondo pasional, consecuencia directa de su afición e implicación con la Semana Santa capitalina -matiza él-, a sabiendas de que ”esta propensión está también marcada y condicionada por el lugar de nacencia“; porque ”si hubiera nacido en Valencia, es probable que perteneciera a una peña fallera“, y si hubiera nacido en Pamplona, estaría, a su juicio, en una peña sanferminera.

He caído aquí como podría haber caído en cualquier otro sitio, no es mérito mío, ni nada buscado ni elegido. Lo que pasa es que al final se le toma cariño al entorno, sobre todo si este es medianamente amigable y, en este sentido, el hábitat acaba influyendo -o condicionando, que esa es otra- decisivamente tu manera de actuar, de encarar la vida y, por supuesto, tu forma de escribir

A este respecto, Carlos es categórico, pues cree que el lugar de nacencia, por lo que tiene de aleatorio, de azaroso, de casual –agrega– no debería ser motivo de orgullo ni de alardeo para nadie. “He caído aquí como podría haber caído en cualquier otro sitio, no es mérito mío, ni nada buscado ni elegido. Lo que pasa es que al final se le toma cariño al entorno, sobre todo si este es medianamente amigable y, en este sentido, el hábitat acaba influyendo -o condicionando, que esa es otra- decisivamente tu manera de actuar, de encarar la vida y, por supuesto, tu forma de escribir, la mayor parte de las veces de modo inconsciente, puesto que se establece una especie de 'ósmosis' que hace que el ambiente influya en uno quizá más de lo que sería conveniente”.

Su querencia por la Semana Santa leonesa le puso en contacto con Héctor Luis Suárez Pérez (a quien también le hemos dedicado fragua en este mismo diario: Héctor-Luis Suárez: “He encetado todo lo que se me pone por delante” - ILEÓN.COM) hace ahora más de treinta años. Y con Héctor Luis se ha embarcado en algunas aventuras lírico-pasionales y de otra índole –afirma Carlos–, “entre las que destaca la creación de 'La Guía de La Sebe', una revista semana-santera fundada por él, y que llevamos editando al alimón desde hace veinte años”.

Rememora Carlos G. Valverde que Héctor Luis Suárez, aparte de un pozo de sabiduría en lo que a costumbrismo leonés se refiere -tanto dentro como fuera de la Semana Santa-, es una persona noble, generosa, jovial y afable; “la verdad es que me enorgullezco de ser su amigo y ocasional colaborador, y de que me tenga en cuenta a menudo para cualquiera de sus correrías culturales y divulgativas”.

Además de un gran valor intelectual para la provincia leonesa como es Héctor Luis Suárez, Carlos reconoce la importancia de la llamada 'Escuela de León' conformada por grandes escritores como Merino, Llamazares, Mateo Díez, Pereira, Gamoneda, Colinas..., en la que también incluye a otros ilustres como Crémer, “al que, a mi juicio, no se le ha hecho justicia ni se le tributa el reconocimiento debido”. Y en lo referente a jóvenes narradores y poetas leoneses confiesa que está desconectado, a pesar de que la editorial EOLAS, que ha publicado su hasta ahora último libro, “pone constantemente en la calle multitud de títulos, entre los que hay buena parte de autores leoneses de nueva hornada. Tendré que actualizarme; es mi asignatura pendiente”.

La literatura como bálsamo

Como apasionado del arte, Carlos cree que la literatura, contemplada desde el papel del escritor, es a menudo un bálsamo, “un medio ideal para expulsar los fantasmas propios y ahuyentar los ajenos”, aunque “también es un reclamo que busca la atención del prójimo y la autocomplacencia, en ocasiones incluso de forma egoísta. Otras veces es una auténtica necesidad de comunicar algo y, por último, en otras muchas, un mero 'divertimento'”.

Y como apasionado lector, “no conozco a nadie que haya llegado a ser un escritor solvente sin haber sido un ávido lector”, que la literatura, aparte de la faceta lúdica de la lectura (“que en ningún modo deberíamos desdeñar”), puede ayudar a una cierta formación intelectual y cultural, aunque no todas las veces -o todas las literaturas- sean benéficas en este sentido, según él, que se considera no sólo gran lector en lo cualitativo, sino en lo cuantitativo; porque ha leído mucho, “pero de forma anárquica y un tanto atolondrada; he 'comido de todo', y entre ello mucho malo, pero quizá este periplo un tanto errático ayude luego bastante a separar el grano de la paja, lo decente de lo insufrible, en lo que se refiere a la literatura”. Y entre “anarquía lectora”, a la que él mismo se refiere, habla de sus “referencias confusas y difusas”, recordando que en sus comienzos “como leyente” estuvo condicionado por las 'existencias' de la casa paterna, “que eran bastante prolijas pero quizá demasiado 'heterogéneas' y caóticas, y abarcaban desde Cervantes a Verne y desde Pitigrilli a Guareschi”.

Si bien en su época adulta continúa con sus lecturas 'heterogéneas', destaca sobre todo a Luis Mateo Díez, Vargas Llosa, García Márquez, Capote o Pérez-Reverte... “Todos ellos -y seguramente muchos más- me habrán dejado su impronta, pero es difícil saber el alcance de su influencia, si existiera”, apunta este dibujante e ilustrador formado en la Escuela de Artes Aplicadas, aunque en esencia se considera autodidacta, llegando a plasmar la Historia de León en cómic.

Tomo estos galardones como una 'confirmación' o refrendo de una cierta calidad, algo de lo que uno mismo, quizá por una modestia mal entendida, nunca está demasiado seguro

“Me atraía escribir una crónica irreverente y esperpéntica de la historia leonesa -y aquí vuelvo a recalcar mi idea de la 'casualidad geográfica': era la salida más fácil por proximidad-, y en aquellos momentos (hace ya más de treinta años), yo era el dibujante que tenía más a mano... y el más barato, así que me embarqué en aquel proyecto a lo 'Juan Palomo'... Sinceramente, creo que soy mucho mejor escritor que dibujante, y el modesto éxito de alguno de mis 'cómics' está más fundamentado, a buen seguro, en el guion que en la ilustración... Sí percibo una cierta ironía o comicidad latente en muchos de mis escritos que quizá puedan recordar lejanamente algunos resortes del cómic o los tebeos”, explica Carlos G. Valverde, que continúa escribiendo y presentando sus obras a cuantos concursos están a su alcance.

“Lo cierto es que, dado lo ingrato que resulta publicar, puesto que casi nadie lee y se venden muy pocos libros (a no ser que te apellides Follett o Pérez-Reverte), los certámenes literarios son una buena salida para que tus escritos sean leídos y, con suerte, apreciados por alguien más allá de tu habitual círculo doméstico”.

Entrevista breve a Carlos García Valverde

“Todo lo que se pueda hacer sentado no hay por qué hacerlo de pie”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

Leería otra vez (y no sería la primera, ni la segunda, ni la tercera...) 'El expediente del náufrago', de Luis Mateo Díez.

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

No creo que exista ni tal persona ni tal personaje, o al menos no uno solo; lo siento, me parece demasiado reduccionista la cuestión. Me veo incapaz de responder.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Aquí tengo necesariamente que acotar el juicio a mi limitado bagaje como lector, e incluso a mi restringido intelecto, y en este sentido no soporto a Javier Marías, cuya novela 'Mañana en la batalla piensa en mí' me resultó especialmente plúmbea. También odio cordialmente a Ana María Matute: fui incapaz de terminar su 'Olvidado Rey Gudú'. Y en cuanto a Cela, creo francamente que, aparte del 'Pascual Duarte', 'La colmena' y poco más, el resto es bastante insufrible. De Sánchez Dragó, otro tanto de lo mismo: pedante y rebuscado en su escritura. Y voy a parar de citar, so pena de verme expuesto a lapidación pública, porque creo que la corrección política no es precisamente mi fuerte.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Quisiera creer (o aspiro a ello) que la bondad o, en su defecto, la inteligencia.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Precisamente la inteligencia, incluso por encima de la bondad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Ni una ni otra me interesan especialmente. No sigo demasiado la política, salvo lo que te meten por los ojos desde los diarios o las pantallas de televisión. Soy incapaz de citar el nombre de un solo ministro actual, y en cuanto a la sociedad, no sé qué decirte... supongo que tenemos la que nos merecemos.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Nunca lo había pensado. Quizá la música, y montar en bicicleta. Y leer y escribir, claro.

¿Por qué escribes?

Algunas veces por íntima necesidad, las más por pura diversión.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Como soporte, seguro que sí, pero bueno, en la misma medida que una sencilla hoja de papel o una pizarra, por poner sólo un par de ejemplos.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Cualquier cosa que despierte mi interés: una noticia escuchada por la radio o leída en un periódico, un comentario fugaz recogido al vuelo, cualquier banalidad o extravagancia que surja... Y en muchas ocasiones me gusta partir de un hecho real, una circunstancia o coyuntura histórica para fabular sobre ella.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

En la actualidad mantengo varios 'blogs', uno personal, donde recojo egocéntricamente todo lo que se refiere a mi obra, otro en defensa del idioma español, llamado 'Sacando la lengua', otro dedicado a 'La Guía de La Sebe' en particular y a la Semana Santa en general... Todos ellos tienen su correspondiente 'reflejo' también en Facebook. En cuanto a seguimiento... poca cosa. Alguno dedicado a la narrativa y a la difusión de concursos literarios.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Voy a citar una de Darwin: “La evolución es un hecho; Dios, sólo una teoría”; y otra mía: “Todo lo que se pueda hacer sentado no hay por qué hacerlo de pie”. Respecto a esta última, no quisiera que se entendiera como una apología de la molicie, sino como una reflexión sobre los esfuerzos inútiles y una llamada hedonista al aprovechamiento y a la 'optimización' de la propia energía.

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