Juan Carlos Lorenzana: “Ser y sentirse minero marcan una manera de entender la vida”

Juan Carlos Zana en primer término con amigos, Mario y Montse, en Villalfeide

Manuel Cuenya

“A veces es el azar, por así decirlo, pero las más no.

Al principio, el polvo y los gases que salían mansamente por la caña del pozo invirtieron su camino. Fue un contra movimiento leve, seco, nítido, para, unos escasos segundos después, ser succionados como con rabia. Al instante se escuchó una tremenda explosión, luego, otras dos aún más devastadoras. Y después nada, silencio.

Por la caña del pozo vertical, como si fuese la chimenea de una fábrica, empezó a salir un polvo tan espeso que parecía una nube caliente de harina molida y sucia. Instantáneamente todo quedó sometido por el desorden. Nadie parecía atinar a decir palabra, como cuando a uno le cae encima un imposible.

De la fragua, de la serrería, de la casa del vapor, del lavadero, del escogido, de todos los rincones fueron saliendo aturdidos un ejército de viejos lisiados, mujeres y niños. Caminaban con la intranquilidad marcada en el rostro, como la mirada huidiza de quien es arrastrado al destierro.

Con la segunda explosión, quizás la más violenta, una de las dos jaulas, la que estaba a media caña del pozo, había salido despedida destrozando las guiaderas. Tres mineros iban en ella. Fueron los tres primeros muertos a los que se les puso nombre.

En menos de dos minutos, calcinados, descuartizados y repartidos por los lugares más inesperados dentro del enjambre de galerías intercomunicadas, la explosión, el fuego y la nube de gases y polvo dejaron varios cientos de cadáveres“.

(Zana, “A veces es el azar, por así decirlo, pero las más no', 'Relatos mineros').

Hijo, nieto y bisnieto de minero, con varias generaciones dedicadas a este trabajo tan duro e ingrato, que por otro lado ha sido una gran fuente de riqueza para unos pocos, el propio Juan Carlos Lorenzana, más conocido por Zana, ejerció la profesión de minero. “A todos los mineros, A los que se llevó la mina... A mi madre, y a todas las mujeres de las cuencas mineras... A Jerónimo, mi bisabuelo. A Miguel y Secundino, mis abuelos. A José, mi padre. A José Amador, mi hermano. Todos mineros...”, a todos ellos están dedicados estos 'Relatos mineros' que ahora nos ofrece a través del sello editorial Eolas, que dirige el polifacético Héctor Escobar (a quien algún día, si se deja, podríamos dedicarle una fragua).

“Con estos 'Relatos Mineros' queremos contar para desmentir, contar para desmontar toda la infamia que de nosotros se ha dicho y se ha escrito... cómo es el dolor que siente una mano agarrada a un martillo picador... O cómo se gestiona el miedo ante un hundimiento, o la sensación de indefensión ante una invasión o un desprendimiento de grisú.”, escribe su autor.

Al parecer, 'Relatos mineros' llegó al magnífico escritor Julio Llamazares de un modo casual (el azar, ay, tan decisivo en nuestras vidas). En realidad, no fue tan casual pues la foto que figura como portada del libro corresponde a la fotógrafa Cecilia Orueta, y Cecilia es la compañera, la mujer del autor de 'Escenas de cine mudo', obra extraordinaria en la que la mina y la minería son el hilo conductor de la misma.

Llamazares, después de leer la obra de Zana, decidió hacerle el prólogo porque reconoce que se trata de unos relatos que han sido escritos por alguien que “conoció y vivió lo que cuenta desde dentro, no como quienes hemos escrito de la mina desde fuera de oídas o imaginándola... de fondo se advierte la hermosa herencia de la narración oral, ese cantar de cantares del pueblo llano y sin voz que se aprende en las noches de invierno a la luz de la lumbre o de las estrellas o en la penumbra de las cantinas y de los chigres donde los hombres cuentan, a la vez que beben, sus alegrías y sus penas y que en las aldeas mineras cobran un sentido épico que las llenan de romanticismo heroico”.

Un gesto valiente, coherente -el de Llamazares-, como es habitual en su persona, habida cuenta de que lo que él nos cuenta en sus 'Escenas de cine mudo' resulta conmovedor porque vivió esa época en blanco y negro de la que nos habla, ambientada en el pueblo minero de Olleros de Sabero.

Explica Zana que en efecto 'Escenas de cine mudo' es una preciosa obra, “como todo lo que sale de la pluma de Julio Llamazares, que evoca a las personas, a los paisajes, al frío del invierno y al calor del carbón. Julio relata con maestría esos sentimientos imperecederos, en blanco y negro, de niño de pueblo minero. Un libro maravilloso”.

Zana se siente muy agradecido de que este “grandísimo escritor y excelente persona, cualidades que extiendo a Cecilia Orueta, su mujer, y también para Mar Astiárraga y Avelino Fierro, a quienes no podré devolver nunca el favor”, impulsaran y 'apadrinaran' sus 'Relatos mineros'.

Cree que el hecho de ser hijo, nieto y bisnieto de minero ha condicionado todo en su vida. “Ser y sentirse minero marcan una manera de entender la vida, de enfocar el día a día”, afirma a la vez que manifiesta que no se trata de mitificar, pero los mineros, casi desde los inicios de la minería industrializada, por esa realidad del trabajo duro, durísimo, entendieron que había que unirse y luchar juntos. “Todos los avances que los mineros consiguieron los consiguieron luchando, perdiendo muchas veces más de lo que conseguían, pero conscientes de que, sólo juntos y luchando, se avanza y también se detienen los retrocesos”.

Se lamenta de que los mineros no se merecen este final que los políticos les han diseñado. No se merecen salir por la puerta de atrás porque lo único que han hecho ha sido trabajar, “trabajar muy duro”, en un sector que ha sido el único que ellos han dejado desarrollarse en las comarcas mineras mientras el carbón les interesó –comenta–. “No es una transición justa, lo primero porque transición es lo que te lleva de un lugar a otro, de una situación a otra, y las comarcas mineras ya están, no van de camino, en el ocaso, en el cierre, en la despoblación y muerte. Y no es justa porque aquí hay una parte que ha salido perjudicada, las comarcas mineras, y así no puede denominarse justa”.

Todos los avances que los mineros consiguieron los consiguieron luchando, perdiendo muchas veces más de lo que conseguían, pero conscientes de que, sólo juntos y luchando, se avanza y también se detienen los retrocesos.

Asimismo, que lo nacieran en el pueblo de Ciñera de Gordón lo ha marcado de un modo emocional. Pues es el núcleo sobre el que pivota su vida, “no sólo geográficamente, que también”, matiza.

“Ciñera es una manera de vivir, de sentir, de ver las cosas con amplitud y diversidad de miras. No olvidemos que Ciñera, el Ciñera que surgió en la década de los años 50 del siglo pasado, es un crisol de culturas diferentes que se han conjuntado. A mí me gusta decir que es como si, esa diversidad de culturas, fuesen cristales de distintos colores y formas que han llegado a amalgamarse formando una vidriera, preciosa vidriera, llamada Ciñera”, se expresa Zana, que también se emociona mucho cuando escucha canciones como 'El abuelo fue picador, allá en la mina...', o bien 'La planta 14' del cantautor asturiano Víctor Manuel, porque lo retrotraen a esa época que él evoca como los “mineros de la boina” que, en su opinión, son imprescindibles para entender el devenir de la historia.

Está convencido de que los obreros y las obreras mueven el mundo, aunque no sean considerados con la dignidad que se merecen, porque “no son tenidos en cuenta a la hora del reparto de lo conseguido”. Y por esta razón cree que debería haber un cambio en ese sentido. “El camino marcado por la plutocracia no está llevando a buen término, al menos para una inmensa mayoría de personas, el simple hecho de vivir día a día. O sea, como está claro que sí que hay una 'guerra' de clases, y que la vamos perdiendo los obreros, lo que hay que hacer es revertir esto”, reivindica Zana, que llegó a ser alcalde de Pola de Gordón, como otro minero, en este caso el gran Laudino García, fallecido en 2016, llegara a ser regidor del Ayuntamiento de Igüeña en el Bierzo Alto, otrora minero.

La política como algo necesario

“La política es la herramienta con la que nos planteamos, se supone que entre todos, cómo mejorar la sociedad, por lo tanto es algo necesario”, señala con lucidez Zana. No obstante, es del todo consciente que ahora se nos plantean dos graves problemas en política: “Uno es que no están las mejores cabezas, es decir, hay mucha mediocridad y en muy altos estamentos. La otra es que un buen número de personajillos se meten en política para enriquecerse. Estas situaciones generan una apatía entre la población, sobre todo entre la clase trabajadora, de la que sólo se benefician aquellos a los que les va bien que los trabajadores no estemos, o no participemos, en política. Y no debemos olvidar que apartar a las personas de la política también es una forma de hacer política”.

Recuerda que desde una alcaldía se pueden hacer pequeñas, pero necesarias, cosas. Y que ayuntamientos como el de La Pola de Gordón, que están en quiebra casi técnica, según él, lo tienen muy difícil en cuanto a grandes obras, “pero sí pueden modificar conductas anquilosadas, avanzar en igualdad, laicidad, transparencia, memoria, república, etc., y, sobre todo, ser el ejemplo más cercano en coherencia, dignidad y honradez, porque el ciudadano del último pueblo, por pequeño que éste sea, se fija en ti, como alcalde o concejal, y si tú le fallas, si no le representas honrada y dignamente, la imagen de la política sale perjudicada”, apunta con humanidad Zana, que defiende la literatura como algo imprescindible y maravilloso.

“La literatura, en cualquiera de sus formatos, nos sacó de la noche oscura, nos ayudó a soñar, nos enseñó a luchar. Sin literatura volveríamos al árbol del que un día bajamos, (quizás en busca de un lapicero)... Y León es y ha sido tierra de grandísimos escritores. Muchos de ellos consagrados, como Julio Llamazares, pero hay una serie de escritores de nueva generación muy interesantes, como Noemí Sabugal o Adolfo López Reguero”, rememora el creador de estos diez relatos en los que asistimos a situaciones cotidianas, dentro y fuera de la mina, y logramos revivir el día a día de las gentes mineras.

Se nos plantean dos graves problemas en política. Por una parte, que no están las mejores cabezas, es decir, hay mucha mediocridad y en muy altos estamentos. Y por otra, hay un buen número de personajillos se meten en política para enriquecerse

Diez relatos (El miedo, El camino, No más allá de seis palabras (como una bola de nieve), El primer día del resto de sus días, A veces es el azar, las más no, Los otros nombres, Suerte, nos vemos arriba, El día de fiesta –dedicado a Santa Bárbara, patrona de mineros–, Más fuerte que el odio y Miradas, aparte de un sustancioso glosario que nos permite conocer o familiarizarnos con la terminología minera.

'Relatos mineros' en los que aparece la mujer con todo protagonismo cual se merece. A este respecto cabe aclarar que no sólo los hombres trabajaron duro en la vida sino que también las mujeres lo hicieron, además de tener que sacar adelante a sus hijos. ¡Qué seríamos sin las mujeres! “También en este libro está retratada la solidaridad del colectivo minero, la valentía, la represión sufrida, el orgullo de ser minero, la alegría de los días de fiesta y la tristeza del accidente. La penuria que entraba en la casa de la viuda de minero”, reseña Zana, que muestra su agradecimiento a la editorial Eolas, y en concreto a su editor Héctor Escobar, por haber hecho posible este sueño, un sueño en papel acerca de lo que se viviera en las comarcas mineras durante más de medio siglo.

En estos momentos, además de la promoción de su ópera prima, se halla escribiendo una novela que tenía en mente desde hace tiempo. Una novela que nada tiene que ver con el mundo de la mina.

Ya veremos en qué acaba la cosa porque voy a un ritmo demasiado lento.

Entrevista breve a Juan Carlos Lorenzana

“La política actual es bastante mediocre porque la mediocridad abunda en la sociedad”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Cien años de soledad', 'Las uvas de la ira', 'Las ratas', 'La larga espera del ángel'...

Un personaje imprescindible en la literatura (o una persona en la vida).

Alonso Quijano y Sancho Panza, Gabriel de Araceli, Juan de Mairena, Bernarda Alba... Simone de Beauvoir, Rosa Parks, Clara Campoamor.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

La verdad, a los autores insoportables les tengo en el cajón del olvido, en la indiferencia, por eso no recuerdo sus nombres.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Intento ser coherente y, a veces, hasta lo consigo.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Inteligencia y coherencia.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La política actual es bastante mediocre porque la mediocridad abunda en la sociedad y eso le viene muy bien a los amos del dinero.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Juntarme con los amigos y recordar.

¿Por qué escribes?

Porque me gusta mucho leer y una cosa me llevó a la otra.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No, en absoluto.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Algo que alguien me cuenta. Algo que leo en un periódico o en un libro. Una película. La vida misma hace de fuente e inspiración y luego los maestros a los que uno lee o leyó.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No. Sigo algún blog, pero no como herramienta, lo hago para ilustrarme, para aprender de quien sabe más que yo.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Abajo no se abandona a nadie.

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