Adrián Yeste: “A veces juego a escribir, y cuando queda bonito, me lo publican”

Adrián Yeste

Manuel Cuenya

El narrador leonés Adrián Yeste reside en Buenos Aires desde hace algún tiempo. Y aunque se siente a gusto en esta gran capital sudamericana, “vivo en una ciudad alucinante. Lo mío con Buenos Aires fue un flechazo”, León es su sitio, “el lugar al que volver”, si bien no puede hacerlo “de cuerpo presente” con la frecuencia que le gustaría.

Por fortuna, puede regresar a su tierra a través de sus historias, porque cada vez que se sube a un escenario “es como si estuviera bajando por la carretera del Portillo para entrar en León. Casi todas mis historias transcurren en León, mis personajes se nutren de nuestra forma de ser. León es el universo desde donde escribo y desde donde cuento”, explica Adrián, que no se identifica con la figura de escritor pero sí con la de narrador oral o cuentacuentos, “soy una persona muy respetuosa con los oficios”.

En este sentido aclara que si un día se acuesta sin haber escrito una sola línea no tiene la sensación de haber perdido el día. “En cambio, si un día no tuve funciones, o no di ningún taller, si no tuve personas delante mío, lo echo en falta. Necesito el encuentro, el cara a cara, el mirarnos a los ojos. Y cuando puedo, cuando me sale, cuando realmente tengo algo para escribir que verdaderamente necesite el soporte del papel y no el del aire y la lengua, me siento, y escribo”.

En todo caso, a Adrián siempre le gustó escribir. Y en el colegio se me daba bien, recuerda. “No sé si era bueno, pero no tenía demasiado inconveniente en poner por escrito lo que me pasaba y sentía. Y eso era una ventaja. Quise estudiar Periodismo pero no pude. Terminé estudiando Educación Física. De todas formas, había algo de lo sensible que necesitaba salir, y lo lograba a través de la danza y la expresión corporal”.

Y para continuar con su formación en expresión corporal decidió embarcarse rumbo a la Argentina, “donde una noche soñé -literalmente, lo soñé-, que las anotaciones y anécdotas de viaje de mi cuaderno las narraba de viva voz en un escenario. Y me hice cargo de mi sueño: me formé como narrador oral y empecé a contar cuentos. A partir de ahí, en paralelo, comencé a escribir narrativa y se fue publicando”.

Argentina como país al que fueran a parar, otrora, en la posguerra, muchos españoles, “gallegos”, que acabaron encontrando, al menos algunos, su lugar en el mundo. Una ciudad “con una vida cultural inagotable: librerías, librerías de usados, teatros, infinidad de artistas callejeros... Es raro el porteño o porteña que no escribe, o pinta, o actúa, o canta. El salón o el patio de cualquier casa se puede abrir para transformarse en un escenario. Es una ciudad adolescente, donde todo es posible. Es una ciudad pasional. Buenos Aires vive con la piel de gallina desde que se levanta”, según Adrián, seducido por la vitalidad de esta megalópolis. “Suelo bromear al respecto que es una ciudad ideal para tenerla como amante, pero para armar un proyecto de vida con ella es compleja”.

Buenos Aires es una ciudad con una vida cultural inagotable... Es una ciudad adolescente, donde todo es posible. Es una ciudad pasional... Una ciudad ideal para tenerla como amante...

Argentina y la provincia de León, cunas de grandes cuentistas

Cree Adrián que existe un nexo entre Argentina y la provincia de León, y es que ambas son, en su opinión, cunas de grandes cuentistas. “El cuento, sin ser el género más difundido, se ha desarrollado con mucha salud en los dos lugares. Me parece significativo que en León haya autores como Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, José María Merino -¿se le puede considerar de León?- o la narrativa breve de Julio Llamazares, que se hayan dedicado tanto y tan bien al cuento”.

Como narrador oral, está convencido de que, si bien no existen reglas ni recetas para que un cuentacuentos enganche al público, para que funcione bien, habida cuenta de que se trata de un arte, sí hay algunos denominadores comunes como la naturalidad, la proximidad, la simpatía... “El narrador debe seducir al público. A mí me funciona así. Y luego hay que tener una buena historia para contar: personajes profundos, un conflicto que se adecue al público que te está escuchando, una historia que tenga ritmo, que dibuje melodías en el oído del espectador, un remate potente... Y confiar en que tan solo con tu voz y el gesto vas a lograrlo”, afirma el creador de libros como 'Un pie en cada lado' o 'La acróbata del desierto', centrados en la amistad como gran tema, “sin dejar de lado temas como el abandono, la soledad o la muerte”.

En realidad, Adrián siempre aborda los conflictos. El asunto, se plantea, es cómo los trata y desarrolla puesto que están dirigidos a un público infantil. Sea como fuera, es consciente de que los niños y las niñas son personas. Y, por lo tanto, los trato como tales, señala. “Evito pensarlos como seres frágiles que viven en urnas de cristal. Se divierten, gritan, corren, sienten, sufren, piensan. Viven, vivimos, en permanente conflicto. Y creo que la Literatura debe atender a lo que les preocupa y ocupa a los lectores. No me gusta infantilizar a la infancia”.

Me parece significativo que en León haya autores como Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, José María Merino -¿se le puede considerar de León?- o la narrativa breve de Julio Llamazares, que se hayan dedicado tanto y tan bien al cuento

A Adrián le gusta jugar con el absurdo. Y procura divertirse mientras escribe. “A veces juego a escribir, y cuando queda bonito, me lo publican. Por eso necesito pasármelo bien, entretenerme mientras lo hago, aunque no le escabullo a los grandes temas que nos dan vueltas. No tengo la obligación de escribir ni de publicar”, añade este cuentacuentos para quien la poesía y el humor se vuelven fundamentales, al que, siendo un niño, le marcaron sobre todo dos lecturas, a saber, 'Escuela de Robinsones' de Julio Verne, y 'La historia interminable', de Michael Ende. “Después llegó la poesía de Miguel Hernández, los cuentos de Italo Calvino y las novelas de Gabriel García Márquez”.

En estos momentos acaba de escribir un libro de cuentos. “Así que ahora estoy atento a ver dónde salta la próxima liebre”, concluye.

Entrevista breve a Adrián Yeste

“Para escribir necesito volver al origen”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez y la 'Odisea' de Homero.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Sherezade.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

'La insoportable levedad del ser'.

Un rasgo que defina tu personalidad.

La indefinición.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Que aguantemos unas cañas sin terminar hablando de Netflix.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Creo en la política. No en algunos políticos. La política puede y debe mejorar la vida de la gente.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Hablar en andaluz con mi hermano Simón.

¿Por qué escribes?

Porque a las 6 de la mañana, cuando me levanto a escribir, no hay nadie despierto para escucharme un cuento. Si no, contaría.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No. Sirven para promocionar y difundir mi trabajo.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

¿Mis fuentes? La del Arco de la Cárcel, la de la Plaza del Grano, y la que hay en el patio de las Anejas. Para escribir necesito volver al origen.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

El mundo es tan grande que... yo qué sé.

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