La Batalla de Cacabelos, cuando Napoleón estuvo a punto de ganar en persona al ejército inglés

Tropas británicas se defienden de las francesas en Cacabelos. Foto: César Sánchez / ICAL

Jesús López de Uribe | Infografías: Dativo

Suelen los ingleses ir de marfilíneos y flemáticos héroes invencibles en las guerras napoleónicas. Pero no es precisamente lo que siempre ocurría, y mucho menos al principio de la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) que ellos denominan Guerra Peninsular.

Es la batalla de Cacabelos del 3 de enero de 1809 el comienzo de una apresurada retirada del Ejército Británico —que terminó con la muerte de su general John Moore en la Batalla de Elviña en La Coruña—, y el ejemplo de desesperación y engaño entre la niebla de guerra para salvar un ejército desmoralizado, borracho y de rufianes de baja estofa en desbandada.

Aunque de verdad lo que destaca en aquella carrera sin control de este choque en el puente del río Cúa, es por conocerse allí una de las primeras noticias de las capacidades de los francotiradores, que ya comenzaban a usar fusiles con cañón rayado y de gran precisión con funestas consecuencias para el general Colbert, uno de los favoritos de Napoleón Bonaparte.

Los ingleses habían acudido a España para combatir a las tropas napoleónicas tras el levantamiento del dos de mayo. Sin embargo, la campaña estuvo marcada por las privaciones y por las condiciones invernales que costaron la vida de seis mil soldados británicos.

La entrada de La Grande Armee con Napoleón al frente fue un paseo militar, con lo que los ingleses –que venían a ayudar a España procedentes de Portugal– no pudieron hacer nada más que retirarse desde Salamanca después de haber intentado cortar las líneas de suministro del Emperador... cosechando un humillante fracaso.

El Ejército Español, también batido en Espinosa de los Monteros, se replegaba al mando del Marqués de La Romana para unirse con el británico. El 27 de diciembre hubo que volar el puente sobre el río Esla a la altura de Castrogonzalo con la intención de frenar el avance francés. Los ingleses desistieron de plantar batalla en Astorga y continuaron su marcha hacia La Coruña, saqueando, cometiendo todo tipo de abusos y obstaculizando el paso a las tropas españolas, por lo que La Romana denunció su conducta ante la Junta Central y se refugió en Orense.

“Napoleón avanzó hasta Astorga, a donde llegó durante la nochevieja de 1808. La ciudad estaba prácticamente despoblada, por la situación bélica y una epidemia de tifus”, explican en este artículo de Guiarte.com.

Los ingleses se retiraban hacia Galicia habiendo pasado por la Ruta de la Plata hacia Astorga. La retirada realizada durante un invierno severísimo y con Napoleón al mando del Ejército Francés hasta la capital astúrica, fue un completo desastre. “Fue una retirada espantosa. Las condiciones invernales eran durísimas: nieves, ventiscas ...y la epidemia de tifus. Centenares de soldados derrotados murieron en la huida hacia la Coruña, mientras Astorga era brutalmente saqueada. Las marchas agotadoras, el tiempo gélido y las frecuentes escaramuzas con la vanguardia de las tropas francesas provocaron una caída en el alcoholismo de numerosas tropas, y su consiguiente abandono ante el avance francés”, explican en Guiarte.

Llegaron a perder hasta la paga en su huída. Literalmente.

Por ello Napoleón se había acercado a Astorga. Una vez conquistado Madrid tenía la oportunidad de destrozar al Ejército expedicionario Inglés, con el que no había tenido la oportunidad de combatir en tierra, y lo persiguió. Pero Austria, aprovechando que el ejército francés estaba distraído en España se alía con el Reino Unido y declara la Guerra de la Quinta Coalición y el emperador ha de marchar tras pernoctar en la ciudad astúrica.

“No satisfizo a Napoleón aquella campaña. La dureza del territorio, gentes indómitas, un invierno durísimo, la epidemia de tifus que también contagió a sus tropas... y malas noticias venidas de Austria. El emperador interrumpió la campaña española en Astorga y el día 3 de enero de 1809 inició la vuelta a Francia para preparar otra campaña centroeuropea”, apunta la web de promoción turística.

Una escaramuza famosa por un francotirador

Tras dejar en Astorga Napoleón a Soult la misión de acabar con los ingleses, y volver a Francia, se produjo la batalla de Cacabelos, el comienzo de la penosísima retirada del Ejército Inglés por El Bierzo, donde el 3 de enero de 1809 los alcanzó en el ejército francés en el puente sobre el río Cúa a las afueras del pueblo.

Aunque resultó un empate táctico, murió el general de caballería galo Auguste François-Marie de Colbert-Chabanais por el disparo del afamado francotirador Thomas Plunket. No suelen morir muchos altos mandos en batalla, por ello destaca lo que sería una vulgar escaramuza por un puente; más cuando la penosa retirada del ejército inglés por Galicia terminó con el general John Moore muerto de un balazo de cañón 13 días después.

En el blog HistoBierzo, describen la Guerra de la Independencia como una guerra poco normal. “No fue una guerra cualquiera. Fue una de las más destructivas de la historia de nuestro país y también de nuestra comarca. Las idas y venidas de ejércitos ingleses, que se llamaban aliados nuestros, y de franceses, los invasores y enemigos, arrasaron el Bierzo, causando ambos contendientes todo tipo de tropelías, atropellos, violaciones, robos y asesinatos”.

Explica cómo llegaron a Bembibre los franceses “donde comenzó la sangría contra la población local por parte de los supuestos aliados. Ante la proximidad del ejército francés, huyen hasta llegar a Cacabelos. En su persecución, los franceses aplicarán la política de pacificación más contundente, la de la ejecución, el saqueo y la destrucción. Por culpa de estas medidas parte del castillo de Ponferrada será destruido, el monasterio de Carracedo será quemado junto con sus archivos y numerosas villas saqueadas”.

El caso es que los ingleses al ver sobre las tres de la tarde la llegada de los franceses intentan cruzar el río Cúa apresuradamente por el puente, dejando soldados rezagados, muchos de ellos en una condición lamentable, borrachos y en desbandada. Algunos se lanzan al río y otros serán capturados por los franceses.

El ímpetu del general de caballería Colbert le lleva a cometer el error de creer que tiene la posición ganada, mientras los ingleses hacen todo lo posible por evitar que puedan pasar al otro lado del río protegiendo a toda costa la retirada del resto de su ejército expedicionario hacia La Coruña donde tienen órdenes de reembarcar de vuelta a Inglaterra.

El autor de HistoBierzo, Javier Martínez Álvarez, define así el momento cúlmen de la batalla: “El general al mando del ataque es Colbert, un destacado militar con muchas posibilidades de ascenso y que suena para futuro mariscal. El citado, ordena el reagrupamiento de sus tropas y prepara una nueva carga; hay que tomar el puente a toda costa. Avanza con sus soldados en columna de a cuatro y toman el paso; por el momento todo va bien, pero la reacción británica es inmediata. Desde Castro Ventosa y Pieros, se ordena fuego de artillería contra las posiciones recientemente perdidas. La infantería inglesa ataca a los franceses y un francotirador famoso, Thomas Plunket, mata al joven general de un tiro en la cabeza. Las tropas napoleónicas se ven obligadas a retirarse y los ingleses recuperan el puente”.

El afamado francotirador irlandés, aprovechándose de un rifle con un cañón de ánima rayada, llegaría a matar también al ayudante del General a unos doscientos metros de distancia. Aunque parezca poco para los cánones de hoy, a esa distancia estaba protegido de los mosquetes normales, que sólo tenían un alcance de 80 metros, aunque su falta de precisión hacía que se dispararan por soldados en línea a muchos menos metros de distancia.

Los franceses, bastante enfadados pero a la vez desmoralizados por la pérdida de su notorio general, intentaron de nuevo a las cinco de la tarde superar el puente. Esta vez con un ataque directo y otro de infantería vadeando el río, pero los ingleses se dieron cuenta y lo rechazaron. Montando un campamento que, por la noche, nadie se atrevería a atacar. O por lo menos los franceses.

“Al día siguiente comienza un nuevo ataque. Se da la orden de avanzar, pero no reciben ni un solo disparo. Se adentran más y más hacia donde el día anterior habían muerto tantos compatriotas suyos y no ocurre nada; los ingleses han huido. Todo había sido una trampa, nunca llegaron a acampar, encendieron los fuegos para simularlo y se marcharon en silencio lejos de Cacabelos y su puente. Eran demasiado pocos para defender la posición y le habían dado un tiempo valioso a sus compañeros en la huida y así poder evacuar el depósito de víveres de Villafranca”, termina narrando Álvarez, que en su interesantísimo blog opina que la batalla queda en tablas.

Doscientos muertos por cada bando y que sólo la muerte de Colbert haga de esta escaramuza algo para recordar —lo que ha aprovechado el Ayuntamiento y la Asociación de Tiradores del Bierzo para hacer unas excelentes recreaciones históricas durante varios años—, lo confirman. Una escaramuza que terminó en tablas, pero que sin duda hizo Historia.

Y vaya historia. Con Napoleón 'ganando' incluso retirándose él del campo de batalla. Al final sólo combatió una vez en batalla campal contra el Ejército inglés –con la salvedad de que sí se enfrentó directamente a ellos cuando se convirtió en un general famoso de Artillería al desbandar a la flota angloespañola en el bloqueo naval del sitio de Tolón en 1793 a base de disponer mejor los cañones y bombardear sus navíos con enorme efectividad, pero no se enfrentó a ellos en tierra y no era ni siquiera comandante en jefe–, y fue la última de su vida militar.

Ocurrió cinco años y medio después de marcharse de Astorga (en junio de 1815), en las cercanías de una población belga poco conocida llamada Waterloo.

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