El misterioso 'bombardero' que atacó León durante los primeros días de la Guerra Civil

Avión DC-2 de Líneas Aéreas Postales Españolas

Jesús María López de Uribe

El primer 'periódico' publicado en León el 25 de julio de 1936 explicaba en su página tres: “A las cinco de la mañana [del día 22 de julio], ”un aparato trimotor, civil, de línea, según nos dicen. El estrépito de unas bombas sobre la Base de Aviación rompe al amanecer. No pasó nada. El avión huyó. Radio Portugal dijo después que había sido capturado en tierras lusitanas con tres miembros“. Este 'órgano circunstancial de la ciudadanía leonesa' que fue lo primero que se publicaba en la capital tras el 19 de julio, casi no daba una: ni trimotor, ni huido a tierras del país vecino. Sin embargo, sí que acertaba en que era un avión de línea 'reconvertido para el bombardeo'. Y daría bastante que hablar durante muchos años, ya que hasta hoy, en León, no se ha desvelado qué tipo de aparato era.

El aviador Ignacio Hidalgo de Cisneros, en su libro 'Cambio de rumbo', recuerda haber efectuado alguna incursión sobre la Base de La Virgen del Camino. “En un bombardeo que hicimos una madrugada en uno de estos Douglas con nuestra instalación casera sobre el aeródromo de León, recuerdo que metimos tres bombas de cien kilos entre los edificios”, escribe.

Esta pista, la de “uno de estos Douglas”, es fundamental para identificar qué tipo de aeronave bombardeó el aeródromo de La Virgen del Camino y hostigó la capital leonesa en los primeros días del conflicto. No es complicado determinarlo porque en los años treinta sólo volaba en España un avión de esta marca, el Douglas DC-2 , muchos de ellos en las Líneas Aéreas Postales Españolas (LAPE).

Ignacio Hidalgo de Cisneros, era un aristócrata republicano y revolucionario (algo similar a lo que ocurría con el pintor y dandi leonés Modesto Sánchez Cadenas, que fue detenido el mismo 20 de julio en León) que llegó a ser el general Jefe de las FARE (las Fuerzas Aéreas de la Republica Española), con lo que sus palabras son bastante fiables sobre la capital leonesa. En su biografía de la Wikipedia se puede leer que este personaje “participó el 15 de diciembre de 1930 junto con otros aviadores y militares republicanos, como Queipo de Llano, en la intentona republicana encabezada por Ramón Franco, hermano del general Francisco Franco, que tomó el aeródromo de Cuatro Vientos y pretendía bombardear el Palacio Real, residencia de Alfonso XIII. El ataque contra el palacio no llegó a realizarse y la sublevación, ante la falta de apoyos, fue fácilmente sofocada”. Curioso al menos que, Queipo de Llano se levantara contra el Rey por la República en 1930 y sólo seis años después contra la misma; o que Ramón Franco, que fue diputado izquierdista en la primera legislatura republicana, se pasara al bando rebelde dirigido por su hermano (moriría en un accidente aéreo en 1938).

Aviones de transporte civil reutilizados como bombarderos

En el caso que nos ocupa, el Gobierno de Madrid reutilizó de inmediato los DC-2 de las LAPE quitándoles una puerta y colocándoles en el hueco una especie de las antiguas tablas de lavar ropa engrasadas, para tener así por dónde deslizar las bombas. Esto lo apuntan en el trabajo 'La guerra en el aire en Asturias durante los tres primeros meses de la Guerra Civil'. En él se sostiene que “aunque la actividad aérea fue muy escasa y se limitó por parte gubernamental a muy esporádicos vuelos de bombardeo que se realizaron desde Madrid”, éstos se hicieron “con un moderno avión monoplano bimotor Douglas DC-2 de pasajeros, propiedad de LAPE (Líneas Aéreas Postales Españolas) [...] El uso de este modelo de aparato estaba determinado por su velocidad y autonomía que le permitía operar desde la capital de España en toda la península, condición que no reunían la mayoría de los aviones que tenían en servicio la Aviación Militar Española en ese momento”.

De todas maneras, algo de daño debió causar esta plataforma de bombardeo improvisado, si el propio 'periódico' militar que se menciona en el comienzo del artículo se refiere de nuevo al suceso en su página número 6. Por supuesto 'en evitación de exageraciones y de comentarios tendenciosos', o lo que viene a ser, un tapar lo ocurrido, se explica mejor el bombardeo del día 22 de julio.

El Aeródromo Militar de la Virgen del Camino en los años 30, vuela un Breguet XIX. Foto: Fototeca Municipal de León

“Se hace público que en las primeras horas del día de hoy, sobre las cinco y media de la mañana, voló sobre el aeródromo de esta capital un avión civil el cual, perdiendo altura, daba señales de querer tomar tierra; lo que no produjo por consiguiente desconfianza alguna en principio en el personal del aeródromo. Cuando estaba próximo a tierra, dejó caer unas bombas de escasa potencia y que no son de las que emplean nuestros aviones militares. La casualidad de que una de ellas tocase un avión que se encontraba en un hangar, produjo un pequeño incendio que deterioró el avión sobre el cual había caído una de las bombas.

El avión civil, al darse cuenta de que las fuerzas de Aviación se aprestaban a su persecución, emprendió rápidamente la huida; haciéndose presente que en el mismo momento que estos hechos ocurrían de diferentes Aeródromos salieron aparatos de caza en su persecución.

Nada se diría del hecho debido a su escasa importancia, sino fuera por la única nota lamentablemente ocurrida de haber resultado heridos tres soldados. Dejando aparte la pesadumbre por los tres heridos, todo es motivo de satisfacción más que de contrariedad“.

Es bastante notable que los propios militares dejen que se cuente en León que el gobierno del Frente Popular hiere a tres soldados de aviación (no se dice ni se sabe su estado) y que confirme que el bombardeo había 'deteriorado' un avión al caerle encima una bomba e incendiarse. Esto indica que muy posiblemente un Breguet XIX del Grupo 21 se destruyera ese día; lo cual, en aquellos momentos sí era una pérdida muy importante. La aparente 'chapuza' de convertir los aviones de transporte o de pasajeros de la LAPE en bombarderos, al menos dio sus frutos para tener en guardia y en tensión a los aeródromos sublevados, ya que en aquellos tiempos no contaban con radares y sólo podían protegerse 'a visión', poniendo en marcha a toda velocidad algún aparato dispuesto para interceptar lo que llegara.

El bombardeo de la Estación del Norte

En realidad el Gobierno de Madrid poco podía ir haciendo, más que hostigar al aeródromo leonés y un poco a las ciudades sublevadas, porque la aviación española no estaba planificada entonces más que como una fuerza de apoyo a la infantería y estaba bastante obsoleta, pese a la intención declarada una y otra vez, pero nunca efectuada, de renovar los aparatos. Por ello, de inmediato se utilizaron los DC-2 para esas labores de 'entretenimiento y acoso', con bombardeos a pequeña escala en las ciudades rebeldes. Que, aunque pocas, sí llegaron a causar víctimas y desperfectos.

Según escribía en su diario personal el 25 de julio el alcalde 'provisional' de León, Enrique González Luaces, estaba muy informado sobre lo que ocurría en la guerra aérea: “Pocos días había que yo no fuese al aeródromo y al Cuartel. El aeródromo lo visitó varias veces un avión rojo que lo bombardeaba. Un día incendió uno de los dos aparatos únicos que existían en la Base. Allí estaban todos mis amigos, 'a pie'. Ellos no pueden hacer nada; no tienen bombas... pero el avión venía todos los días y del resto de España no había noticias. Se esperaba la toma de Madrid para el día de Santiago, 25 de julio, pero se sabía de cierto que las bajas del alto del León eran enormes, pues los aparatos de Cuatro Vientos no cesaban de bombardear a los valientes que sostenían las posiciones del Alto del León (en Guadarrama)”.

El 28 de julio se produce el bombardeo del que habla Hidalgo de Cisneros en el que caen tres bombas de cien kilos entre las instalaciones de la base aérea. Pero es el 3 de agosto cuando se produce el bombardeo que más impacta en la ciudad. Un avión deja caer una bomba en la estación de ferrocarril del Norte y siembra el pánico entre los trabajadores y parte de la población ciudadana.

“Ya era el tercer día consecutivo que sobrevolaba lo alrededores de la ciudad, habiendo bombardeado el aeródromo los días uno y dos de agosto”, explica el investigador Javier González Fernández-Llamazares. “ Aunque la prensa de la época minimiza lo sucedido, lo cierto es que en las declaraciones encontradas en los expedientes de incautación se detalla lo sucedido por los propios afectados. Por ejemplo: Ruperto López López, obrero del aeródromo, reconoce que el 8 de septiembre abandona su trabajo presa del pánico a sufrir nuevos bombardeos, escondiéndose en Villafruela del Condado”. Otros, como Segundo González Espinosa sufren en sus carnes denuncia, encarcelamiento e instrucción de procedimiento militar “por haber hecho manifestaciones hostiles al Movimiento, con motivo de un bombardeo rojo en la estación del Norte donde el deponente prestaba sus servicios”; es decir, por contar los daños del bombardeo.

La prensa local, controlada por las 'nuevas' autoridades, trató de ridiculizar la presencia de la aviación republicana: “Esta mañana vino a visitarnos el avión enemigo que hace algunos días se dedica a hacer el ridículo por estos horizontes. Dejó caer dos bombas, como las arrojadas en otras ocasiones nada hicieron. Tiene tal miedo y vuela a tal altura, que se volatilizan en el espacio. Tiraba también octavillas y para saber lo que decían hubo que perseguirlas en auto. Las que tiraron sobre León fueron a caer hacia Mansilla. Si no hace otra cosa, se convertirá pronto en un entretenimiento”.

Así, entre la ignorancia del periodista y la intención de la 'nueva autoridad', se manipuló intencionadamente la edición del 3 de agosto de 1936 del 'El Diario de León' ya en poder de los militares. Y en realidad, como se ve, el Douglas DC-2 (que es uno de los padres del famoso avión que transportó a los paracaidistas aliados en la Invasión de Normandía en junio de 1944, el DC-3) no era trimotor ni tenía 'miedo' ni voló sobre la ciudad y el aeródromo sin provocar daño alguno precisamente.

Ataques olvidados, pero que abrieron la suscripción 'Pro-Avión'

La propaganda servía en 1936, pero ochenta años después sí se puede asegurar que la pequeña ciudad de León y su pista de aviación militar en La Virgen del Camino no estuvieron precisamente echando un tranquilo y relajado vistazo veraniego al cielo en la segunda semana de julio y la primera de agosto del 36. Que las bombas cayeran del cielo provocaban el nerviosismo entre la población y las tropas, lo cual ya era de por sí objetivo cumplido por parte de los aviadores fieles al Gobierno de Madrid.

Sin embargo, esto hizo conscientes a los militares rebeldes de la Junta de Defensa Nacional de Burgos de que la aviación era ya vital para ganar la Guerra porque se daban cuenta de la necesidad de bombardear al enemigo o de evitar que sus tropas fueran ametralladas desde el aire; a sabiendas, además, de que la filosofía de la Guerra Aérea del general italiano Giulio Douhet se debía imponer de forma decisiva para resultar vencedor en un conflicto que no se resolvería en semanas. Lo que, en no mucho tiempo, abriría el camino a un verdadero terror económico y carcelario incluso entre sus afectos con lo que se llamaría la suscripción 'Pro-Avión', entre otras.

El Gobierno militar alzado en Burgos necesitaría dinero rápido para obtener aviones de primera línea y usarlos de una forma tan cruel, que no es de extrañar que dejara los primeros bombardeos de 1936 completamente olvidados por parecer irrelevantes con lo que terminó ocurriendo al avanzar el conflicto.

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