El 'fontanero' del PP en Castilla y León que purgó Génova enfrenta a Mañueco y Casado

Luis Polo/AGN / ICAL . Imagen de archivo de Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco en un acto de campaña electoral en Ourense.

Laura Cornejo

“Soy el que más veces ha ganado unas elecciones con mayoría absoluta en este país, y eso es indiscutible. ¿Que Génova no me quiere?, bueno, estoy dolido, pero sigo trabajando para el partido, sigo ayudando a Alfonso (Fernández Mañueco)”. Quien hace esta afirmación no es un político, ni siquiera un candidato. Se trata de un 'fontanero' que ha apretado tuercas o aflojado tornillos durante más de 30 años en el PP, tanto a nivel nacional como autonómico.

Pedro Viñarás, que trabaja para el partido desde 1989, ha sido el único gerente-tesorero que había tenido el PP de Castilla y León. Hasta el 3 de agosto. La dirección del partido le citó en Génova para hablar “de algunos temas”, como relata Viñarás a elDiario.es. Sin embargo, le recibió un abogado que le reclamó el teléfono de empresa y le entregó una carta en la que se le anunciaba su relevo como gerente. “No me echaban, me mandaban a la fotocopiadora, y en Madrid”, precisa.

Mientras esto ocurría, a más de 200 kilómetros, en la sede del PP de Castilla y León, y sin previo aviso de Génova, se presentaba el flamante sustituto de Viñarás, Borja García Carvajal, amigo de Pablo Casado, anunciando que era el nuevo gerente y provocando no sólo estupefacción, también un intenso cruce de llamadas. Eso sí, Viñarás sigue siendo el tesorero, un nombramiento que sí depende de la dirección autonómica del partido.

Era el enésimo latigazo de Pablo Casado en Castilla y León, que en noviembre ya había despedido de manera fulminante a su gerente en León, Yolanda Gutiérrez, tras conocerse que el secretario provincial, José Miguel González Robles, había exhibido un falso título de Derecho que provocó su dimisión. Antes, Casado ya había hecho tragar algunos sapos en la Comunidad, desde la imposición del vasco Javier Maroto como senador por Segovia, una provincia donde se empadronó a la carrera, al fichaje del exdirector general de la Policía, Ignacio Cosidó como asesor, el mejor pagado, de la Junta de Castilla y León.

Un PP en números rojos

La jugada de Mañueco, advertida previamente a Casado, ha sido seguir contando con Viñarás. Lo hizo una vez que Viñarás reclamó la rescisión de su contrato con Génova por una modificación sustancial de sus condiciones laborales y la correspondiente liquidación. El resultado es una indemnización de 20 días por año trabajado: alrededor de 70.000 euros. Así, una vez solventada la salida de Viñarás como trabajador del PP, pasó a ser asesor del Grupo Parlamentario Popular, tal y como informó el diario local El Norte de Castilla. El contrato, por más de 5.200 euros -Viñarás precisa que son “3.200 netos”- ha levantado ampollas en el partido a nivel autonómico. Hasta hace poco más de un año el propio Viñarás pedía que aumentasen las donaciones de los cargos públicos del partido para poder hacer frente a los gastos de la sede autonómica. El batacazo del PP en las elecciones autonómicas -pasó de 42 procuradores a 29- supuso una considerable reducción en sus arcas ya que la subvención de las Cortes (fija idéntica para todos los grupos y otra variable en función del número de procuradores de cada uno de ellos) menguaba con sus escaños y la sede autonómica se nutría principalmente de esa subvención. El año 2019 se cerró en negativo para el Grupo Parlamentario Popular, en concreto, con una deuda de más de 96.000 euros, tal y como aparece en el portal de Transparencia de las Cortes de Castilla y León. Hasta ese momento, la contabilidad del partido nunca había estado en números rojos: la hegemonía del PP en la Comunidad había llenado la hucha siempre.

Lo cierto es que la subvención de las Cortes a los grupos parlamentarios de Castilla y León, no está sujeta a ninguna fiscalización. Pueden invertir el dinero como quieran, pagando generosamente a sus trabajadores, asignando sobresueldos a sus procuradores o empleando esa partida en cualquier otra cosa. En 2019 el PP recibió 1,7 millones, en 2020, 1,3.

La purga tras el apoyo a Soraya Sáenz de Santamaría

La purga de Casado se enmarca en el posicionamiento, en su momento, de Fernández Mañueco con la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, que compitió con Casado por la presidencia del Partido Popular. Casado no se fía del presidente de Castilla y León, que ha adoptado una postura aparentemente más moderada que la del partido. Ni una comida en Ávila en la que el expresidente Juan Vicente Herrera hizo de mediador, ha conseguido estrechar la distancia entre ambos.

Las gerencias, puestos orgánicos, suponen el control interno del partido al nivel autonómico. Soterradamente, los gerentes pueden manejar los congresos. Las listas las hace Génova, pero votan los militantes. La apuesta de la dirección nacional del partido son los congresos telemáticos, una fórmula con la que no está de acuerdo el PP de Castilla y León. La Comunidad destaca por su ruralidad y por la falta de banda ancha en muchas zonas. Los votos se reducirían notablemente en los congresos provinciales que están por llegar.

Fernández Mañueco ya ha dejado claro que no va a prescindir de quien lo ha 'criado' políticamente. Viñarás y Mañueco hicieron piña hace años, cuando el ahora presidente de Castilla y León era secretario del PP autonómico. Cuentan en el partido que el presidente es la 'criatura' de Viñarás, sin él, tenía un corto recorrido político.

El pulso entre Génova y Mañueco no ha acabado y ha desatado las hostilidades. “Génova, como Roma, no paga traidores”, apuntan fuentes del PP de Castilla y León.

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