Consejos para aprovechar los últimos días de verano y evitar la depresión posvacacional

Río Esla bajo el Puente de Villafer. / Juanjo Páramo.

M.C.

Agosto ha llegado su fin, y septiembre ya se ha colado en el calendario. Se trata de una época en la que muchas personas ya han vuelto de vacaciones, o están a punto de hacerlo, y a algunas de ellas puede incomodarles la idea de no haber disfrutado al máximo de los meses de verano. Con 23 días más de estación por delante –este año el equinoccio de otoño se fija precisamente el 23 de septiembre-, todavía se pueden aprovechar planes veraniegos en León, siempre y cuando el tiempo lo permita. Pero, ¿por qué se produce esta sensación de no haber aprovechado las vacaciones o el tiempo estivo?

“Generalmente la sensación con respecto al tiempo es subjetiva y depende de factores como la novedad, los hechos acontecidos y la edad. Cuanto mayores somos, si no disfrutamos de novedades o hechos relevantes, tendemos a percibir el paso del tiempo como más rápido. Sin embargo, los niños perciben, en función de sus experiencias vitales, como el tiempo pasa más lentamente”, explica el psicólogo del Centro Psicológico de Terapia de Conducta (Cepteco), Miguel Ángel Cueto.

Para evitar esa sensación de no haber aprovechado el tiempo vacacional, quien lo haya podido realizar, el experto señala que sería recomendable planificar las actividades de ocio antes de dicho periodo con una búsqueda de objetivos durante las vacaciones (dormir más, mejorar nuestros lazos afectivos, hacer más ejercicio, disfrutar más de las relaciones sociales o placeres diversos...). “Con todo ello, el tener que cumplir horarios y tareas a las actividades de ocio (quizá para publicarlas después en una red social), podría hacer también que nos estresemos aún más durante las vacaciones, con lo que ser flexibles y no desesperarnos por los imprevistos o frustraciones harán que desconectemos aún más estando de vacaciones”.

En cuanto a cómo podemos evitar sentirnos mal por no haber exprimido nuestro tiempo de verano, Cueto expresa que “desgraciadamente, muchas personas no pueden permitirse el lujo de tener vacaciones y habría que concienciarnos de lo importante que es poder tener un trabajo digno, buen remunerado y acorde con nuestras capacidades para evitar problemas emocionales. Así como el hecho de poder descansar después de un tiempo después de haber estado trabajando”.

“Por otro lado, los humanos no solemos conseguir todo aquello que nos proponemos con lo que aceptar la frustración de no conseguirlo podría ser una buena herramienta para evitar sufrir innecesariamente. Ponerse expectativas realistas, aceptar imprevistos, asumir que el dolce far niente, en ocasiones, nos genera una constante rumiación sobre preocupaciones que, en muchas personas que han tenido un gran estrés laboral, podría serles difícil de controlar”, añade el director de Cepteco.

“Al inicio del descanso vacacional es conveniente hacer lo que nos pide el cuerpo (dormir más y descansar sin cumplir horarios) pero cuando empiecen a venirnos preocupaciones recurrentes que nos alteren, sería razonable planificar un cierto horario de actividades que nos permitan centrarnos en el presente y evitar los errores del pasado o tener miedo al futuro”, continúa.

Algunos de los planes más comunes en verano, son precisamente la ausencia de planes. ¿Se trata de una decisión acertada para nuestro cerebro?

“Somos animales de costumbres, y los cambios, a algunas personas, les hacen tener dificultades de adaptación. No obstante, habrá sujetos que valoren la incertidumbre como un proceso de disfrute por la novedad y la falta de control, y otros deseen planificar incluso las vacaciones de forma milimetrada ya que les hace sentirse bien con el control del tiempo y lugares a visitar. Lo difícil es conjugarlo cuando, en una pareja, ambos miembros tienen formas diferentes de vivenciar el ocio y tiempo libre. Llegar a acuerdos en este sentido no sería mala opción”, apunta Miguel Ángel Cueto.

Tal y como explica el psicólogo leonés, en verano también se recomienda descansar... ¿pero hasta qué punto? Miguel Ángel Cueto declara que dedicarse en las vacaciones a tener un tiempo dedicado a la vida ociosa y relajada o la holgazanería refinada, sin la presión de un horario y haciendo lo que nos plazca, lo que nos guste y de la manera que nos agrade es, en la mayoría de las ocasiones, un placer. “Como comenté antes, tendríamos que preocuparnos cuando empecemos a tener pensamientos rumiatorios que nos alteren emocionalmente y nos generen ansiedad. Es el momento de volver a planificar el presente ya que viviríamos con el inconveniente, si se mantuviera de forma indefinida, -como le ocurre a las personas en paro-, que tiende a generarnos cierta angustia que perjudica nuestra estima personal. Quizá entenderíamos mejor a las personas en paro el flaco favor que la sociedad les hace al mantener esta situación debido a los efectos devastadores que un paro de larga duración genera a la mayoría de las personas, como la ansiedad, depresión, problemas en las relaciones...”, completa.

¿Cómo influye nuestra actividad o inactividad en la conocida depresión posvacacional? ¿Son variables relacionadas?

Según argumenta el psicólogo experto en Terapia de Conducta, a la vuelta de las vacaciones no suele producirse una depresión como tal, es decir, “no tiene carácter patológico, sino que puede surgir una ligera dificultad de adaptación pasajera (problemas de sueño, cansancio, mayor lentitud en las tareas a desarrollar) que a los 3 ó 4 días, como mucho, ha desaparecido”.

“Si durase más, podría ser debido a un problema depresivo y/o ansioso que, en la mayoría de estos casos, ya se padecería con anterioridad. Cambiar los horarios paulatinamente los últimos días de las vacaciones, aunque estemos acostumbrados a trasnochar o levantarnos tarde, habituándonos al horario de trabajo (o al menos acercándonos) puede ayudar a que la vuelta sea menos brusca”, explica.

Consejos para aprovechar los últimos días de verano

Para poder sentirnos orgullosos de nuestras vacaciones, aun cuando no hayamos salido de nuestra ciudad, habría que fijarse, sobre todo, en las bondades que esta pequeña ciudad tiene. “Podemos ir andando a la mayoría de los sitios para hacer recados, compras o gestiones. Podemos dormir sin el agobio de un calor asfixiante por la noche. Tenemos la posibilidad de, en muy poco espacio de tiempo, desplazarnos a pueblos, montañas, valles y ríos que nos unan a la naturaleza. Podemos disfrutar de amigos y familias que suelen volver a visitarnos en estas fechas. No es necesario salir del entorno habitual para disfrutar de los beneficios del descanso. No es conveniente compararnos o envidiar a los demás para ser felices”, enumera el experto.

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