Segregar León

Máximo Soto Calvo, en una antigua manifestación por la autonomía de León.

Máximo Soto Calvo

León, la Región leonesa, no debió estar nunca formando parte de la Comunidad que llamaron, con intención perversa, Castillaleón o Castilla-León. Puede que esto, por sabido, no aporte nada decirlo; sí reconocerlo, por ello es imprescindible empezar citando la anomalía.

De aquel mal comienzo, del que hay recuerdos muy dolorosos, intrigas, engaños, falsedades, alternando con algún período de extraña tranquilidad en los leoneses, de modo especial en León provincia, recalcitrante en la negativa a ser incluida en un ente autonómico indeseado, vienen los lodos actuales de estar... ¡Sin pertenecer!

Con el Estatuto atropelladamente puesto en vigor, y casi todo centralizado en Valladolid, cuando escribíamos recordando una y otra vez que no queríamos ser comparsas de Castilla, a los que así nos manifestábamos no llamaban segregacionistas. Nuestra respuesta estaba clara entonces y lo sigue estando: la fracción castellana, con Valladolid en cabeza, fue y es anexionista.

Pero no sólo por prurito de poder, que también, sino porque las seis provincias, que llaman Castilla en el ente, sin las tres leonesas, Región Leonesa, temen no ser nadie en la España autonómica. Así nos llevan a remolque para sangrarnos. Y pretenden que callados, manejando mordazas de todo tipo.

León sin Castilla

En la ciudadanía la opción más solicitada, como defensa y preferencia, era y sigue siendo: León sin Castilla. Esto es, solos triprovincialmente los leoneses. Aunque en ciertos momentos la uniprovincialidad leonesa fuera motor para algunos, creo que muchos nos preguntábamos si lo imprescindible era “un Fuenteovejuna”, o valía un provincial “sálvese quien pueda”, para que no se nos fuera de la mano lo regional. Menos era nada.

Lo cierto es que, si miramos atrás sin ira, podemos llegar a la conclusión que fue un “puente de plata”, no para huir, sino para, afianzado, poder regresar a la casa común, con recuperación tripovincial de índole economicista (y no solo para que rime, añado) e historicista, como gran recobro de la regionalidad desatendida.

Creo que faltó empuje de pueblo, Pueblo Leonés, y lo peor es que no hemos ganado mucho en compartir tal sentimiento (¡Aunque sí en reconocerlo!) mal que le pese al ente autonómico. En este menester, recuperar personalidad, hay que encajar la perseverante labor del asociacionismo sociocultural. Había gran peligro de pervivencia, pues algunos, lo regional no lo creían necesario, encerrándose en el provincialismo, incluso sin el nexo “tri”, descuidando el origen histórico; o por pruritos insanos identitarios; y los más despistados o esperando otros tiempos.

Lo antedicho es la perspectiva ciudadana, puesto que en la parte política, los actuantes en ésta que nació como disciplina, llegan a hacer de ella, de forma alarmante masiva, su modus vivendi, el peligro está en que esto requiere un “pacto con el diablo”: Dejarse dolosamente subsumir en la obediencia partidista. Y aunque no les cante el gallo, nos niegan una y otra vez.

El ninguneo de lo leonés

Ese sistema partidista, obediente en lo personal y con el temor de no salir en la foto, ha supuesto que el mal construido ente autonómico, glotonamente centralista y abusador, conllevando cierto grado de etnocidio regional leonés, haya ido tomando aire de afianzamiento. Que no es tal, sino acomodaticio estatus de quienes lo construyen, bajo la perfidia de dejar borrar o bajo insidia de ninguneo, todo lo leonés.

No conviene dejar sin decir que los partidos que estuvieron en origen de la Comunidad adoptaron posturas dubitativas, o de dudoso comportamiento, casi siempre como juego de engaño por lo del voto. Trampa en la que caíamos entonces con facilidad. Dentro de ellos, tanto de ideología conservadora como socialista, se practicaba el distraído si, o el no, a conveniencia, dándonos esperanzas a los leoneses de no meternos a calzador. Hasta el momento que, visto el momio en cuanto apuestos de los que vivir, empezaron a practicar el juego “al alimón” autonomista.

El regusto del poder, de los puestos y de los escaños insuflados de partidismo se mostro recientemente en “los nuevos” lameretones que se han ido incorporando al “pirulí del ente; unos presumiendo del empoderamiento popular, léase Podemos, y otros centrados, pero en la propia conveniencia, Ciudadanos. Sumándose al nuevo aherrojamiento de la región leonesa.

Si no he citado a UPL, es porque desde mi percepción no es un partido al uso, no hay una ideología a compartir, el nexo es el leonesismo y movido por éste actúa como formación política, con la buena disposición y el compromiso de los militantes. Su papel, de enorme valor, lo veo de transitoriedad defensiva de lo leonés, en tanto funcione el usurpador ente autonómico. Luego...

“Leonesismo, algo más que un ismo”

Leonesismo, algo más que un ismo añadido al gentilicio leonés que nos es inherente, alcanza la condición de sentimiento, de pertenencia y amor a una tierra, es por lo tanto reivindicativo. Motor en el movimiento sociocultural leonés, y en política se ha venido mostrando bajo la faceta de leonesismo político, en la formación citada y en otras, como Prepal, por ejemplo. Necesarios, sin duda.

Tras esta sucinta posición leonesa y de lo leonés, amarrada al ente autonómico, hay que destacar que no ha habido vinculación sentimental de los leoneses a él, ni han entrado en el juego engañoso de la aceptación de lo castellanoleonés. Lucharon o luchamos para no ser amarrados y nos hemos planteado siempre cómo salir del encierro.

Ahora, cuando se nos ha mostrado cómo el ente además de maltratador de lo regional leonés, es de fallida administración de los bienes territoriales que de siempre han querido unificar, y de reparto injusto de caudales –tal como nos ha demostrado fehacientemente en este medio Iniciativa Autonómica Leonesa (IAL)–, antes de hablar de segregación preferiría habla de desanexión. Toda vez que la incorporación de la parte leonesa al ente fue a fortiori, sin consentimiento, nunca estuvimos dispuestos a formar un todo.

La “dexanexión”

En el confinamiento de 40 años de intento castellanizador, hemos procurado destacar la birregionalidad en evitación de males mayores, pues lo de pueblo único, tan perseguido por los autonomistas del ente, no era el menor de los daños.

Queremos sencillamente ejercitar nuestro derecho constitucional a formar la Comunidad Leonesa. Lamentablemente hay que emplearse, o entrar en el juego político para lograrlo. Y con los políticos nuestros, a los que he esquematizado su proceder, y los interesados foráneos, no hay más remedio que contar... Convencer o echar. Somos dueños del voto, aunque insulsamente lo olvidemos.

Un importante matiz: No hay que ser necesariamente leonesista, en el sentido más estricto del término, para no querer estar en el ente autonómico, ni para buscar cómo salir de él. El “ser leonés” sin aditamentos (ismo o ista), es razón básica de toma de posición defensiva de lo leonés, para ejercitar las opciones que más nos convengan al común regional leonés.

Se necesita un líder político, puesto que desde esta disciplina hay que abordar el problema. Sin descartar la opción jurídica. Y una gran movilización popular leonesa.

A la vista del hundimiento económico regional leonés, en descenso permanente, mostrado y demostrado, se reaviva el deseo de romper las cadenas políticas que nos aferran al ente. A lo sentimental e identitario no falta quienes lo dan valor secundario, cuando en realidad va englobado en “lo leonés”. ¡No hay que repetir errores!

Un importante matiz: No hay que ser necesariamente leonesista, en el sentido más estricto del término, para no querer estar en el ente autonómico, ni para buscar cómo salir de él

Estando así el conjunto herido de muerte, a causa de los autonomistas del ente, estamos entrando en un momento de ebullición defensiva, retomando el estudio de los procedimientos para liberarnos e ir hacia el autogobierno, por cierto en el informe citado se demuestra que no supone cargo gravoso para el gobierno nacional.

Por supuesto hay que escuchar a la parte contraria, esto es democracia. Sus razones por las que hay que estar, a la fuerza o por la fuerza, se han de demostrar, y no de palabra, sino con hechos. No es cuestión de zafarse, es salir de donde nunca quisimos estar, y humillados se han hartado solapadamente de borrarnos como leoneses. Y los que se quedaban con carnaza de lo nuestro en las uñas, se lamentarán largo tiempo.

Las mociones de petición de Autonomía leonesa, iniciadas en León capital, y defendidas aquí y allá, donde ha hecho falta por el alcalde legionense actual; y como benefactor goteo en otros Ayuntamientos y Juntas Vecinales, son un gran peso en la balanza cuyo fiel está bien inclinado a nuestro favor.

El boletín informativo de la Región Leonesa, 'Dieciocho', es excelente punto de reunión, opinión e información. No será el único, pero no lo desperdiciemos.

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