Alfonso VII: la conexión, más allá de lo gastronómico, de León con Almería

El alcalde de León, Antonio Silván, a la izquierda en la imagen, y el de Almería, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, el segundo por la derecha; los dos del PP. Foto: Ayuntamiento de León.

Jesús María López de Uribe

Muchas cosas tiene León en común con Almería —más allá de que la Cultural y Deportiva Leonesa coincida este año con su equipo de fútbol en Segunda División, y los dos estén intentando evitar el descenso—, aunque las históricas suelen ser desconocidas por la mayoría de leoneses (y no digamos de españoles), salvo los recalcitrantes leonesistas que sacan historias de debajo de las piedras para hacer ver que la Región Leonesa es distinta de Castilla. ¿Sabe decir alguien en qué años Almería estuvo en manos de los leoneses?

En la actualidad las coincidencias son más de las que parecen, no sólo las históricas, sobre las que se volverá más tarde; pero es curioso cómo parecen dos ciudades, en lo municipal, gemelas: gobierna un alcalde del PP con el 'dejarse querer' del grupo de Ciudadanos en las dos Corporaciones. Es decir, Antonio Silván devolvió la visita almeriense del 17 de abril a un alcalde, Ramón Fernández-Pacheco Monterreal, del que debe comprender bastante bien su día a día político.

Una provincia, la mediterránea, que tiene una maravillosa estampa turística (desde el desierto de Tabernas donde se rodaban las películas del Oeste de Hollywood hasta las playas de Vera y Garrucha, junto con el impresionante mar de plástico hortícola en la zona de El Ejido que se vé desde la Estación Espacial Internacional), pero que no está masificada como otras de su comunidad autónoma.

Asimismo destacan unas tapas en los bares que sorprenden en cantidad incluso a un leonés. Y, curiosamente, un autonomismo aún rampante similar al leonés, ya que muchos consideran que no son andaluces y están más cerca de ser murcianos que sevillanos (en realidad el referendum autonómico andaluz lo tumbó la provincia almeriense, pese a que luego por Decreto se diera como válido, algo similar a la inclusión de la provincia leonesa en su actual comunidad autónoma).

Y varias cosas más, como ser las dos potencias agrícolas en España, aunque en el caso almeriense hortícola y en el leonés de cultivo industrial con la remolacha, el lúpulo o el maíz (sin desmerecer la huerta del Bierzo o la de la Vega del Esla); con mucho más mérito en la provincia sureña, que dispone de muchísima menos agua que la del noroeste.

Al final la visita de Silván se ha transmitido en León como una venta de los parabienes de la Capitalidad Gastronómica, ya que Almería se ha presentado para conseguirla el año que viene, candidatura a la que ha dado todo su apoyo. Para el alcalde leonés “ostentar la capitalidad española de la gastronomía es un título, un honor y una marca que ayuda a proyectar y a difundir valores no sólo gastronómicos, sino de toda la ciudad” siendo “algo intangible que viene a fomentar la autoestima”. Diciendo estar convencido de que los almerienses cuentan con “un proyecto ganador”.

Algo que les permitiría, dijo Antonio Silván, “conseguir muchas cosas positivas, tal y como está ocurriendo en León”; obviando, eso sí, que las cifras turísticas han descendido en la capital legionense en este principio de año y que la Junta de Valladolid ha pasado olímpicamente de promocionarla. Tampoco era cuestión de buscar similitudes negativas en ese momento de sonrisas y alegría, una de las especialidades del regidor legionense.

“Maridaje no sólo en la mesa, sino empresarial”

También promocionó Antonio Silván ante dos centenares de empresarios las bondades de la urbe leonesa. “Aprovechó —según una nota de prensa enviada por el Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento leonés— para presentar León y los sectores emergentes de la misma, no sólo de carácter agroalimentario en el que ambas provincias son líderes en calidad de productos sino también en la investigación a través de sus parques tecnológicos, en el sector biofarmacéutico y TIC, en ciberseguridad y en logística, entre otros”.

Silván expuso “dos realidades, dos capitales, dos provincias que —aún a 900 kilómetros de distancia una de otra— están muy cerca a nivel empresarial e industrial”. Con ello jugó en su discurso, apuntando que se debía “desarrollar un maridaje no sólo en la mesa”, ofreciendo a los industriales almerienses oportunidades de proyectos en León y su entorno, “ligados a industria agroalimentaria y a la ciberseguridad, la biofarmacia, la logística y, también, ligados a una historia común”.

Y es aquí donde en León no ha llegado el mensaje de Silván, el de la Historia común. Que es corta, pero no baladí. Almería fue 'leonesa' desde el año 1147 hasta el 1157 tras la conquista de la ciudad por Alfonso VII, el rey emperador leonés que precisamente moriría de viaje de vuelta a su corte legionense tras fracasar al intentar recuperarla de manos de los almohades en aquel fatídico año.

La Almería del Imperio Legionense de 1147 a 1157

La toma de la ciudad se produjo en una especie de Cruzada en la que el apoyo de la flota genovesa fue crucial para conquistarla, en una entente internacional en la que participaron los catalanes del cuñado del Emperador Leonés de Todas las Hispanias, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV y el rey de Navarra García V.

En las mesnadas estaban también las tropas del conde Guillermo VI de Montpellier (todos esos nobles, y muchísimos otros más, incluidos musulmanes, habían jurado vasallaje al emperador legionense), así como caballeros templarios de Aragón y Portugal, y soldados y navíos desde Pisa y Génova (los genoveses habían intentado conquistar infructuosamente la ciudad amurallada almeriense el año anterior, y en esta ocasión no se anduvieron con chiquitas y efectuaron un enorme desembarco para tomarla).

El éxito de la misión consiguió que el Emperador de Todas las Españas y los nobles cristianos tuvieran acceso al Mediterráneo y a la vez destrozar el poderío marítimo almorávide que se basaba en el puerto de la ciudad, aunque fuera por poco tiempo, por la dificultad en mantenerla debido a la larga cabalgada que había que efectuar desde la frontera del Tajo para socorrerla.

Al final Almería no fue posible conservarla, aunque los diez años que se sostuvo fueron una 'machada' en toda regla. La entrada de los almohades a la península, derrotando a sus mayores enemigos (los almorávides), hizo que se perdiera aquel bastión en el corazón y la costa del territorio musulmán, que los cristianos tardaron más de dos siglos en retener de forma definitiva (1489), tras caer en manos de los Reyes Católicos en su guerra de conquista del Reino de Granada.

Todo esto quedó recogido en 'Cantar de la Conquista de Almería' (aquí un extenso estudio del mismo), el testimonio por el que se conoce la primera enseña heráldica de la Historia (“De plata, un León púrpura”), ya que en sus versos se loa la primacía leonesa mencionando los pendones con el León Púrpura real: “En pos de estos las floridas mesnadas de la ciudad leonesa / enarbolando sus pendones se precipitan como un león. / Ella ocupa la cumbre de todo el reino hispano, / examina las leyes reales por disposición del monarca; / según su criterio se regulan las leyes promulgadas, / y con el auxilio de ella se organizan las guerras más poderosas. / Así como el león con su fuerza y su prestancia domeña a los demás animales, / del mismo modo con esa dignidad ella supera a las ciudades todas. / Según ley antigua ella acomete la primera”.

El alcalde de León sí recordó este extremo, bien aleccionado por la concejal de Cultura, la experta medievalista Margarita Torres; y, aparte de las loas empresariales y la promoción del sello gastronómico, también acordó —tras entregar como presente copias de los 'Decreta' de León de 1188—, promocionar a través del Instituto de Estudios Almerienses (el ILC de allí) la historia de Alfonso VII de León 'El Emperador' como artífice de la toma de Almería.

Sin embargo, nadie en León informó de esta propuesta de hermanamiento histórico, pese a actuar Silván como un verdadero alcalde leonés mostrando orgullo por los hechos de la capital del Viejo Reino y notificarlo convenientemente el Gabinete de Comunicación Municipal en su información a los medios.

Una candidatura con varias críticas en Almería

Pero no todo es oro lo que reluce, o en este caso es de color púrpura (por lo del pendón real de Alfonso VII el Emperador); y pese a las buenas intenciones del regidor leonés en hacer de la Capitalidad Gastronómica un magnífico producto turístico, en Almería han surgido críticas tras conocer que León no sólo no está consiguiendo aumentar las cifras de visitantes del año 2017, sino que han caído ligeramente.

Empresarios hosteleros de la provincia mediterránea se preguntan “si la capitalidad gastronómica puede aportar mucho a la ciudad”, teniendo dudas de que “alguien la visite por tener esa marca, que cuesta un dinero que se puede aprovechar en otras cosas”. Dudas acrecentadas tras conocer los poco halagüeños datos de León a primeros de año.

“Aquí en Almería tenemos unos locales con mal servicio y cocina regular y en vez de mejorar la Escuela de Hostelería, hacer programas de integración escuela-empresa, cogen el atajo de contratar a tres 'chefs' famosos, hacer lo de la capital gastronómica y hacerse fotos. Pero eso no deja luego nada ni a nivel turismo ni de mejora del sector”, reprochan.

Y casi sin ferrocarril, encima

A lo cual se suma la paradoja de que la Capitalidad Gastronómica de León se entregó en la sede de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, cuyos patronos son Renfe, Adif y Adif Alta Velocidad, por su flamante conexión con Madrid en Alta Velocidad, que aún está por mejorar. Mientras que la capital almeriense ha perdido la conexión directa por tren con Sevilla (al estar cerrada al tráfico la estación de Granada hacia la capital andaluza desde abril de 2015 y tener que hacer transbordo en autobús para volver al tráfico ferroviario a mitad de camino), y su estación ferroviaria sólo cuenta con dos frecuencias: la 'parcial' de Sevilla y un sólo tren a Madrid al día, que efectúa un convoy de los viejos talgos 'clásicos' plateados y rojos con un trayecto que dura unas seis horas y media de viaje.

Para colmo las prometidas obras de la Alta Velocidad, desde Murcia, están paralizadas salvo pequeños tramos desde hace años (incluso se han tenido que tapiar túneles ya construidos). “Desde luego, esto de la capitalidad gastronómica parece puro cachondeo, tal y como estamos con el ferrocarril”, indican con visible enfado los críticos con el gasto que supone la candidatura almeriense.

En todo caso, el alcalde de León, Antonio Silván, ha aprovechado esta visita lejos de esta polémica para dar a conocer las bondades de León y sus capacidades económicas, y abrir una posible colaboración entre las dos ciudades, a las que unen muchas más cosas de las que parecían a primera vista. Lo de la capitalidad gastronómica da mucho bombo, pero en un futuro debería ser lo de menos. Lo importante es que los empresarios de las dos provincias hagan negocio entre ellos y creen empleo de calidad.

La competición entre las tapas leonesas y almerienses, y las comilonas, deberían quedar en un futuro sólo para celebrar si alguna vez en León se consigue ese crucial objetivo de generar puestos de trabajo; que en eso esta provincia está famélica.

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