2019, el año en que Castilla y León se puede marcar un 'Andalucía' en las elecciones

Alfonso Fernández Mañueco (PP) y Luis Tudanca (PSOE).

Jesús María López de Uribe

El terremoto electoral vivido en Andalucía el 2 de diciembre podría ocurrir en Castilla y León, quizá con la excepción de la notoria irrupción de fuerzas extraparlamentarias, pero los datos sociológicos están indicando que con bastante probabilidad el PP va a perder de largo la mayoría absoluta en las Cortes de Valladolid. Y que, como mucho, quedarán a expensas de pactos electorales para seguir gobernando; y aparentemente con pocas posibilidades.

En este análisis, ILEON.COM, apunta a lo que puede ocurrir en las elecciones autonómicas de mayo de 2019 basándose en las tendencias de voto y las encuestas disponibles, indicando las posibilidades de Gobierno de los partidos políticos presentes en la actualidad en el hemiciclo vallisoletano, su expectativa de resultados e incluyendo la posibilidad de la entrada de nuevas formaciones. De los comicios municipales y las europeas (siempre que no sean también las nacionales en un superdomingo electoral de hasta seis urnas en León) no hay datos suficientes para afrontar un análisis mínimamente viable.

La primera cuestión es indicar cuál es el reparto actual de escaños en el megapalacio pucelano. En las elecciones de 2015 el PP perdió la mayoría absoluta por uno sólo. De los 84 que se eligieron en mayo de aquel año, sólo consiguieron sacar 42. Al no haber voto de calidad de la presidenta de las Cortes, los 27 del PSOE, los 10 de Podemos y los 5 de ciudadanos (fuerzas que entraron por primera vez), el procurador de Izquierda Unida y el sempiterno de la UPL hacían necesario por primera vez desde que desapareció el CDS en 1995 llegar a pactos para sacar adelante las propuestas populares.

De esta manera, los mentideros de la provincia central de la Comunidad han apostado por la tendencia del descenso del PP en León y Castilla, algo que se venía indicando desde hace un par de años, pero que se acelera por dos cuestiones: una, que en 2019 se elegirán muy probablemente por cuestiones poblacionales tres procuradores menos (81, con lo cual la mayoría absoluta quedaría en 41); y dos, el desgaste final de Mariano Rajoy. Circunstancia que en el último año se ha visto agravada aún más al llegar el PSOE al Gobierno de la Nación (los votantes siempre suelen dar un plus de voto al partido que manda en Madrid) y por el daño que han producido las conversaciones transcritas en la Operación Anticorrupción 'Enredadera'.

A lo que se suma la propia endeblez del PP autonómico, con un presidente como Alfonso Fernández Mañueco con muy bajo perfil (incluso se llega a creer que perjudicial a la hora de conservar votantes) que surge de una división del partido que tras la retirada de Rajoy se acrecienta. Mañueco fue la apuesta por Fernando Martínez Maíllo, pero éste ha caído en franca desgracia en la nueva formación de Pablo Casado. Claro, que si hubiera ganado el otro candidato, el alcalde de León Antonio Silván, la cosa no estaría precisamente bien, después de saberse que le chivó en tiempo real a José Luis Ulibarri que no le concedían un concurso público de un millón de euros.

El PP podría caer hasta 10 procuradores según las 'viejas' encuestas

Los otros datos a considerar son las encuestas publicadas en marzo y junio de este año en el ámbito autonómico. Que vaticinaban un resultado muy ajustado ya no respecto al desplome del PP de más un tercio de sus procuradores en la peor parte de la horquilla del resultado (entre 31 y 37), sino si el PSOE podría alcanzar el despacho del Colegio de la Asunción, la sede de la Junta, sumando con Ciudadanos, que como mínimo multiplicaría por tres su representación. A Podemos la cosa no le iría tan bien, incluso podría irle bastante mal según las únicas proyecciones disponibles.

Hay que tener en cuenta siempre que las encuestas son tendencias, y el terremoto de las elecciones andaluzas indica un evidente giro de timón en el votante de derechas, ya que ahora entra un tercer partido a restar sobre todo al PP. Pero hasta ahora son las dos únicas que se pueden contemplar, con lo que la 'cocina' se ha de hacer en pura triangulación de datos y sin contar con las nuevas opciones políticas más que como circunstancia a añadir.

Pero lo primero es indicar qué apuntaba el trabajo sociológico de la empresa SyM Consulting en marzo, con un PP a la baja entre 32 y 37 procuradores (de menos cinco a menos diez), con un PSOE débil pero empatando en máximas entre 22 y 29 (de menos seis a más uno), con un Ciudadanos pletórico entre 14 y 18 (más nueve o más trece), Podemos pasándolo fatal entre dos y tres (menos ocho o menos siete), IU entre dos y tres (más uno o más dos) —lo cual auguraría un todavía no acordado Unidos Podemos entre cinco y seis, una pérdida de cinco o seis procuradores ya que hoy suman once— y la UPL en su sempiterno número de cero o uno en cualquier encuesta autonómica que se precie (aunque siempre lo saque). En intención de voto directo la cosa cambia un poco, 34 PP, 23 PSOE, 18 Ciudadanos, 3 IU, 2 Podemos (5 Unidos Podemos), y 1 UPL.

La otra encuesta disponible es la de Sigma Dos realizada de 2018, que apunta a los 31-32 del PP (-11/-10), a los 25-26 del PSOE (0 / +1), a los 17 de Ciudadanos (+12), a los 6-8 de Unidos Podemos (-5 / - 3) y al otra vez tradicional cero de la UPL; partido en el que siempre hasta ahora han fallado al no considerar que debe hacerse una valoración propia en la provincia de León y apostar por una común en la autonomía que ha fallado una y otra vez en este caso

En máximos PSOE y Ciudadanos tendrían mayoría absoluta con 47 procuradores (en mínimos 40, uno por debajo). El PP tendría 37 en resultados máximos y sólo podría gobernar garatizando las votaciones en el hemiciclo con el apoyo de Ciudadanos, porque los procuradores de Unidos Podemos contarían para apoyar al PSOE, aunque no valdrían por sí solos para apoyarles en el ejercicio de Gobierno y la UPL pues ya se vería.

Hasta las elecciones andaluzas en las regiones leonesa y castellana todo parecía muy evidente: lo normal era pensar que Ciudadanos era la formación que disponía de la llave del Gobierno en la autonomía birregional.

Más de dos tercios de leoneses y castellanos quieren otro Gobierno

Hasta aquí la parte de las encuestas, la base de las tendencias. ¿Pero se puede asegurar que eso va a ser así? Pues no, como se pudo ver con la espectacular e inesperada entrada de Vox en Andalucía y suponiendo que tenga su efecto en esta nuestra Comunidad. Pero lo que está claro es que sin contar con los de Santiago Abascal ya hay indicios de que el PP se puede ir olvidando de gestionar como su cortijo particular la autonomía como hacía desde 1995.

Hace unos diez días el Socyl, la asociación de Sociólogos de Castilla y León, presentó una encuesta en plan barómetro autonómico que dejaba a la vista que todo apunta a que los días del PP se oscurecen en Castilla y León. Al parecer 31 años de Gobierno, 23 con mayorías absolutas, son demasiado hasta para sus votantes. Eso, o que se les van muriendo, que también es otro factor.

En este caso su sondeo mostró un titular evidente: casi dos tercios de los ciudadanos deseaban un cambio de Gobierno en el Colegio de la Asunción de Valladolid (un 63,4%). Y, ojo, no sólo eso, ya que hasta en el tramo de los habitantes de más de 65 años el 52,7% respondían positivamente a esta pregunta: “Es necesario un cambio del partido de Gobierno en Castilla y León tras las próximas elecciones autonómicas”. En los otros tramos de edad son más del 63,2% como mínimo (los de entre 36 y 50 años) y un 77,2% de 18 a 25; cosa que es bastante lógica, los jóvenes tienden a votar a la izquierda y luego se van moderando... si es que continúan viviendo en esta 'su' Comunidad.

Y aquí está la clave de que algo pasa, porque el dato que importa, el de los mayores de 65 años, es definitorio: más de la mitad están hartos de que gobierne en solitario el PP... cuando son los de esa franja de edad los que más los apoyan. Respecto a hombres y mujeres, son más ellas las que quieren un cambio del partido del Gobierno tras las próximas elecciones autonómicas (un 66% frente a un 60,6% de varones que también quieren un recambio).

Hasta la derecha quiere el cambio

La cosa no pinta bien para el PP. Cuando se hace el recuento de la pregunta de si se quiere un nuevo partido en el Gobierno de Castilla y León... Mañueco, que acaba de dejar la alcaldía de Salamanca incluso antes de ser el candidato oficial a las elecciones autonómicas por los Populares, debería preguntarse qué tipo de tortazo se va a pegar.

Es observar los datos y darse cuenta de que puede ser demoledor ya con los datos anteriores al terremoto andaluz de Vox. Por autoubicación ideológica más de la mitad de la gente de centro-derecha quiere que se vaya el PP. En concreto, el 61,5% de los que se consideran de centro y el 50,7% de derecha. Curiosamente son muchos más los de centro izquierda (85,2%) que los de izquierda, izquierda 74,2%. Sólo entre los de centro derecha (en teoría los suyos... y los de Ciudadanos) consigue que menos de la mitad piensen que se ha de ir, pero muy al límite: el 49,6% quiere que no gobierne.

Hay que tener en cuenta que la encuesta se produjo entre el 1 y el 15 de noviembre y se hicieron 800 entrevistas. El Barómetro Socyl, según explican, “tiene un módulo de preguntas fijas que permite su análisis comparativo a lo largo del tiempo. A su vez, se incluyen preguntas variables que responden a temas de actualidad y/o de interés social y político”. Y, por tanto, la cuestión está en que esta parte del análisis se hace sobre una foto fija que muy probablemente no exista ya.

El terremoto que viene: la llegada de nuevas fuerzas extraparlamentarias en mayo de 2019

Como se ha visto, resulta muy curioso ver cómo este ansia de cambio de Gobierno en la autonomía birregional del norte de España coincide con lo que decían las encuestas en Andalucía, en la que seis de cada diez andaluces querían un cambio. Castilla y León y la autonomía andaluza son los dos territorios que han tenido más tiempo al mismo partido gobernando. Los casi 40 años del PSOE en Andalucía y los que serán 32 del PP en Castilla y León (aunque al principio lo hacía con el CDS y lleva 23 años en solitario desde 1995). Esto indica que algo se mueve en las placas tectónicas políticas de la autonomía birregional.

Pero, vaya, la comparación con Andalucía tiene, después del resultado de Vox, otra lectura... que precisamente tampoco beneficia en nada al Partido Popular. De salir representada la formación de Santiago Abascal en el hemiciclo de Valladolid, lo más probable es que el partido que perdiera los escaños de procurador en su gran mayoría fuera el de Alfonso Fernández Mañueco.

Y esta parte del análisis es mera especulación, ya que no hay datos de ningún tipo, pero es innegable que el efecto Vox puede aparecer en el parlamento autonómico. ¿Cuántos procuradores? Es un brindis al sol, pero se pueden disponer de salida un modelo factible para ver qué ocurriría con respecto a los demás partidos.

Modelando la aparición de un partido político más en las Cortes

Tenemos que el PP se encuentra, según las encuestas, en un resultado probable de 32 procuradores, unos diez menos que en 2016, que en su mayoría parece que pasarían a Ciudadanos (que pasaría de 5 a 15 como mínimo, aunque ya hemos visto que serían 17-18). Si damos por supuesto que Vox podría arrebatar un procurador en las provincias más grandes al PP y uno en Valladolid a Ciudadanos, el PP se podría ir a 27-28 procuradores y Ciudadanos entre 16 y 17. Es decir, que estaríamos dándole dos procuradores en Valladolid y otro en León, Burgos y Salamanca.

Por supuesto es todo una suposición sin base alguna, ya que hay que reconocer que el votante de derechas de esta autonomía es conservador y muy poco dado a los extremos; aparte de ser el PP de aquí la reserva espiritual del partido. Pero previendo el impacto de los resultados de Vox en Andalucía, de ocurrir algo similar la situación para los populares pasaría de estar a un procurador de tener la mayoría absoluta (ahora tienen 42) a un escenario con 28 procuradores, 14 abajo. Un desplome notable pero que les permitiría un acuerdo con Ciudadanos para seguir gobernando, si estos últimos quieren.

¿Y la izquierda? Pues la cosa aquí es todavía más difícil de prever. Porque no está nada claro que Podemos (10 procuradores en la actualidad) e IU (1) se unan en una candidatura visto el desastre andaluz. O el de las elecciones generales de 2016, en la que fueron unidas y perdieron todos los votos de Izquierda Unida. Pero es que, además, en Castilla y en León la perspectiva de Podemos es realmente mala tras los hechos de Cataluña, que hasta ellos mismos reconocen que les perjudicaron notablemente: las encuestas le dan una horquilla media de la mitad de representantes que tienen ahora (5-6). Y competir IU lo empeoraría.

Esto implicaría que en la izquierda pueden estar bailando unos cinco procuradores, que, parecería obvio, deberían ir hacia el PSOE. Es decir, que en una suma rápida los socialistas pasarían de 25 a 30 escaños en el hemiciclo de Valladolid. O sea, estarían en posición de ganar las elecciones autonómicas, y con Ciudadanos garantizarían la mayoría absoluta pero con Podemos e IU no.

Claro que esto parecería extraño con el giro a la derecha de los votantes en Andalucía. Pero resulta que de los que están hasta arriba los ciudadanos de Castilla y León (o eso parece) es del PP. Y teniendo en cuenta que ser el partido que está en el Gobierno de la nación siempre atrae votos (aunque nadie se explique muy bien el por qué de ese seguidismo ciego de una parte de los votantes a quien gobierne en Madrid), lo mínimo esperable del PSOE es subir en procuradores. Más con la posibilidad de que entre Vox, que supuestamente haría que la gente de izquierdas asegurara el voto aún con la 'nariz tapada' incluso por lo poco interesantes que parecen resultarles los candidatos que se presentan.

O sea, que si introducimos el elemento 'verde' que más verde pondrían los partidos 'rojos' en los comicios autonómicos del cuarto mes de mayo del año que viene, el partido Popular debería estar pendiente de los resultados de Ciudadanos e intentar negociar un “menos mal que nos queda Portugal”. Aunque eso también habría que verlo, ya que serían los procuradores naranjas los responsables de no provocar el cambio que quieren los ciudadanos, los que van en minúsculas y de verdad importan porque son los que votan.

Hay que indicar que los comicios de mayo incluyen las Elecciones Europeas, con lo que aquellos muy descontentos pueden expresar su voto protesta en Europa... y luego no hacerlo en las autonómicas una vez resuelto parte de su cabreo con una papeleta puñetera. Respecto a las municipales, siempre importa mucho más el candidato que el partido político, pero en clave autonómica los resultados en los ayuntamientos de la comunidad autónoma sí influyen mucho más. Para que Vox tenga que dar el campanazo lo que tiene que ocurrir es que los alcaldes del PP de toda la vida se pasen en masa a los de Abascal. Es improbable que eso suceda este año (podría ser que sí en 2023, si es que los nuevos verdes resisten tanto tiempo en el ruedo político), porque el PP parte del Gobierno en Valladolid y tiene la sartén por el mango. Y eso afecta también al resultado autonómico, a favor de los populares. Por poco, pero les beneficia.

O sea, un lío de considerables dimensiones con o sin Vox, porque todo indica que son los de Albert Rivera, el 'candidat tranquil', los que tienen la llave de Gobierno en Valladolid. Es difícil pensar que vayan a perder muchos votos con los de Ortega Smith, porque los de Ciudadanos en Castilla y León son la gente del PP que salió espantada por el giro a la religiosidad extrema en toda clase de decisiones de Mariano Rajoy. ¿Darán los de la formación naranja el plácet para gobernar al PSOE entonces?

¿Y la UPL tendría procurador si entra otro partido en liza en León?

¿Y qué ocurriría en la provincia de León? ¿La Unión del Pueblo Leonés perdería el procurador si entra Vox al reparto? Pues depende de cuánto tirón tengan los nuevos competidores en la provincia. Aquí poco nos podemos fiar de las encuestas, porque al ser de ámbito autonómico y estar realizadas por gabinetes sociológicos nacionales el resultado suele ser que los leonesistas jamás salen (entre las albricias de los tertulianos de Valladolid); pero la realidad es que, hasta ahora, siempre consiguen procurador (entre la incredulidad y la decepción otra vez de los tertulianos de Valladolid que le tienen una tirria infinita).

Es decir, que la provincia de León es distinta, por la presencia sempiterna del leonesismo político, que en las últimas elecciones de 2015 consiguió uno de los 14 procuradores con unos 18.300 votos. Ahora bien, el desplome poblacional resta un escaño a la provincia, con lo cual se elegirán 13. Lo cual, a priori, parece hacer más complicado el conservarlo si aparece Vox.

Pero vistas las cifras de las últimas elecciones autonómicas es más probable que se pase de un reparto entre cinco partidos (PP que tuvo 5; PSOE, 5 también; Podemos con 2; Ciudadanos 1, y otro para UPL) a seis, ya que el sistema de reparto D'Hondt suele beneficiar a los partidos ganadores... y garantizar el acceso a los de menos votos. Los perjudicados suelen ser los de en medio.

Un procurador en León 'cuesta' unos 15.000 votos

Expliquémoslo: la única condición para entrar al reparto de puestos de procurador es conseguir el 3% de los votos de la circunscripción. Eso es relativamente fácil ya que en las últimas elecciones IU-EQUO lo consiguió con un 3,44% (8.991 votos), pero se quedó sin representación. Y no fue la UPL la que consiguió el último escaño ni mucho menos. Fue el PSOE con unos 14.341 restos (sus 71.705 votos entre 5). Hay que tener en cuenta que el reparto se hace dividiendo entre 13 los resultados de cada partido, y si algún partido supera esa cifra de votos del último escaño a repartir (con 14.342, por ejemplo) sería él quien se lo llevara (o si otro partido tuviera una división de sus votos totales con ese último).

Pues bien, lo que importa es cuántos votos totales obtengan los dos primeros partidos en mayo del año que viene. En 2014 el PP tuvo 84.326. Extrapolemos: si Vox le arrebatara 14.342 en 2019 y el PSOE se mantuviera... quedaría en segunda posición con (69.984). Suponiendo que la mayoría de votos de la formación 'verde' salieran de sus filas de 5 procuradores bajarían a 4. Ahora habría que tener en cuenta los que les restaría Ciudadanos (que todo el mundo da por hecho). El horizonte de resultados tiende a 3 procuradores para el PP en León. Un 40% de escaños menos.

Todo son extrapolaciones, pero la lógica indica que el posible reparto, teniendo en cuenta que el PSOE se quede igual (lo que apuntaría a que con 15.000 votos se podría conseguir escaño pese a repartirse uno menos) y prácticamente medio empatara con el PP, como deseándolo a la virgencita —y con las malas perspectivas de la izquierda desunida— sea de PSOE 4-5, PP 3-4, Ciudadanos 3-2, Podemos 1-2, UPL 1. Si entrara Vox podría rondar un 4 PSOE, 3 PP, 2 Ciudadanos, 2 Podemos, y uno UPL y el restante Vox.

¿Y la UPL por qué lo conservaría? En esta extrapolación damos por hecho de que la UPL se mantendrá en votos ya que, pese a la pérdida poblacional, va a sumar los dos mil del PAL-UL en 2015 al haberse vuelto a unir los dos partidos leonesistas. Es decir, que tiene toda la pinta de mantener una cifra cercana a los 20.000 votos. Y aún perdiendo el 25% de los votos en una situación muy mala, tendría 15.000 en la provincia de León. Justo al límite, pero posiblemente dentro del reparto incluso aunque Vox les superara en votos.

Un grupo mixto autonómico de alta tensión

Es decir, tampoco es para estar tranquilo, entren o no los de Abascal en juego. El procurador de la UPL se podría encontrar, de entrar la fuerta extraparlamentaria 'verde' en una situación poco agradable en el Grupo Mixto. Compartiéndolo ya no sólo con algún representante de IU (si es que no hay forma de que se una con Podemos, que todo indica que no), sino con tres o cuatro de Vox. Menudo guirigay.

Y a todo esto, que ya de por sí es un jaleo considerable de gallitos en el hemiciclo, no se ha introducido en este análisis la pérdida poblacional en la provincia de León de más de 12.000 personas de más de 65 años por fallecimiento en la provincia de León en esta última legislatura, el nicho de votos del Partido Popular. Sólo la mera mención de esta circunstancia hace prever que —aun sin aparecer Vox en el reparto de los 13 procuradores de la provincia—, la perspectiva del PP de Alfonso Fernández Mañueco en estas elecciones autonómicas no es nada halagüeña (quién se lo iba a decir cuando le ganó a Silván el puesto de Juan Vicente Herrera en el partido); salvo que confíe en la moderación de sus votantes para que no sean atraídos por la voz de las sirenas. Mucho rosario queda por desgastar por los rezos en la casa popular, parece.

Pero, como siempre, quienes deciden son los ciudadanos y no los políticos ni los listillos de los periodistas. Lo que sí parece evidente es que el recuento del 26 de mayo de 2019 promete ser todo un espectáculo en León y en Castilla para los apasionados de las noches electorales.

Con más que posibles consecuencias en el Gobierno de esta nuestra Comunidad más allá de toda encuesta o especulación.

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